| ¡EL ARDOR DE LOS QUEMADOS! |
| ¡EL ARDOR DE LOS QUEMADOS! |
| 2018-07-23 |
| VENENOTAS Por El Tlacuilo ¡EL ARDOR DE LOS QUEMADOS! PERO NO HAY QUE LLORAR… Cuando la partera es mala, le echan la culpa al niño. Resulta un absurdo que tras la derrota del bloque oficialista y del célebre dinosaurio, ambos hayan iniciado una cacería de brujas para castigar a quienes según ellos fueron los culpables de su derrota. Los acusados de no haberles generado el triunfo prometido son exhibidos mediante periodistas afines, Redes sociales y militantes partidistas. Para el PRI el villano favorito es Héctor Yunes, también quienes abiertamente abandonaron el partido; mientras que para el PAN son todos aquellos que operaron en los distritos en que los derrotaron, o aquellos que se negaron a respaldarlos. MACHÍN Es difícil tener los pantalones bien puestos como los tuvo Pepe Yunes para asumir la responsabilidad total de la derrota, sabedor de que si hubo traiciones y dobles juegos, él debió detenerlos a tiempo. De nada valió al oriundo de Perote ser el Senador que históricamente más gestionó recursos a favor de Veracruz, si nunca lo dio a conocer con antelación, así que los beneficiados de sus gestiones nada tenían que agradecerle. De poco valió dar a conocer sus cualidades para gobernar durante campaña, si durante los años anteriores fue excesivamente “respetuoso” de los tiempos y no echó toda la carne al asador, dando a la gente la impresión de ser tibio. En muy poco ayudó designar a su amigo más cercano en la presidencia del PRI estatal, si a final de cuentas Américo llegó como Cortes por las Indias trabajando solamente con un grupúsculo reducido y deficiente, lo que ocasionó una desbandada mayor de la que ya se veía venir; es claro que hasta al mejor cazador se le va la liebre. Pero a final del día Pepe Yunes actuó de manera viril, una virtud que últimamente anda muy escasa dentro del ámbito político; asumiendo muy bien la circunstancia de que antes de reconstruir un Partido, necesita reconstruirse a sí mismo, y suponemos que en eso anda. Habrá que reconocer que los principales enemigos del tricolor estuvieron fuera del Partido; los Duarte y su historia fueron un lastre imposible de salvar; mientras que los Yunes azules y su histeria los desarticularon sistemáticamente; poco se podía hacer ante esas circunstancias. EL FRACASO DEL PROYECTO YUNES FOREVER La derrota del candidato oficial sí se construyó desde dentro, error tras error lograron que a pesar de que Miguel chico obtuvo un margen de votación histórica, no pudiera con el repudio popular contra el gobierno de su padre. Es claro que quién llevó las estrategias de campaña de Yunes Márquez fue Yunes Linares, y que fueron equivocadas en varios sentidos. Fue un error darle a su candidato todo el respaldo de la infraestructura del Gobierno Estatal, pues llegó a ser ofensivo para la población el derroche de dinero invertido en la jornada proselitista; hubieran sido mejor los mítines más modestos pero reales, escenarios menos faraónicos pero más cálidos, y que no se viera tan descarada la utilización de recursos públicos para tratar de coaccionar el voto. Al ver la gente todo el respaldo oficial que se le dio al junior, lo vio como una imagen de corrupción, que la gente rechazó; y que contrastaba con la figura del candidato de Morena, que caminando con un reducido grupo de simpatizantes de cada región y sin repartir nada, eso mostró una imagen de austeridad en su campaña, misma que promete continuar brindando durante su gobierno y eso fue en gran medida lo que lo impulsó. La elección que convenía al PAN-PRD era en tercios, sin embargo el estratega de Yunes Márquez continuó con la campaña de desprestigio en contra del PRI y de sus más representativos personajes; tal vez actuó bajo una “lógica ilógica” de que los votantes que no votaran por el PRI lo harían a favor de su hijo, perspectiva muy alejada de la realidad, y que a final de cuentas terminó haciéndole la chamba en favor de Morena. Haber desarticulado al PRI fue uno de los peores errores de estrategia. Por su parte el enemigo personal de Chiquiyunes fueron la soberbia y la arrogancia. Para Yunes Márquez heredar la gubernatura era solamente un mero trámite, por eso nunca se ocupó de establecer alianzas ni dialogar con la prensa plural. Sí fueron sumando “estrategas” a su campaña, pero era en calidad de empleados, no de aliados. Él y su familia ya estaban pensando en que después se le heredaría el cargo a Fernando Yunes, olvidando que para hacer caldo de conejo, primero se necesita haber atrapado al conejo. En el ansia de la victoria -insistimos- se siguió utilizando la estrategia de fomentar el odio contra Duarte y los duartistas, solamente que esta vez los orquestadores se toparon con una sociedad más crítica y racional, que se manifestó receptiva ante los cuestionamientos de los medios nacionales y estatales, que fueron descubriendo en cada caso el engaño; eso aunado a la pésima ejecución de las órdenes que realizo Jorge Winckler terminaron influyendo en contra y no en favor de la causa de los Yunes. Fueron los propios casos que el mismo sistema publicitó los que le bajaron imagen al desgastado gobierno yunista, como lo son Karime de Inglaterra, la casota en Texas y muchos otros más. Lo paradójico es que aunque desde Palacio se invirtieron muchas horas hombre y muchos recursos públicos, Yunes Linares terminó siendo el factor que más afectó a la campaña de su hijo. EL DILUVIO QUE VIENE Los chiquipartidos en el pecado llevaron la penitencia, pues intentaron navegar solos en varias candidaturas y terminaron enfrentándose con su realidad y las consecuencias del repudio popular. Desafortunadamente no desaparecieron tantos chiquipartidos como los que se pensó en un principio; pero apostamos doble contra sencillo que no sobrevivirán a la elección que se llevará a cabo dentro de tres años; y en una de esas, si los priistas se siguen amensando, son candidatos, pero a también a perder su registro. RENOVARSE O MORIR Si los partidos quieren resurgir y darle una mediana pelea las próximas elecciones al fenómeno Morena, deberán aplicar el principio de “quienes ya bailaron que se sienten y los que no, que se paren”, pues ante derrotas tan contundentes cualquiera con cien gramos de vergüenza permitiría los relevos. El tema de que (quienes tienen el control en este momento de los partidos) reconozcan su falla y permitan los cambios no solamente Es difícil, sino imposible. Es claro que el discurso de que las siglas partidistas, los cargos y el país están por encima de los intereses personales es solamente una arenga demagógica; así que verá usted como los actuales perdedores le preferirán aplicar la ley de Los *”Tigres del Norte” a sus partidos, antes de dejarle paso a otros militantes. (*Ya te velé, ya te enterré y te puse flores). |
