El ADN de Luis Echeverría Álvarez
El ADN de Luis Echeverría Álvarez
2017-10-23
La escuelita
Don Luis Echeverría Álvarez, fue maestro de al menos tres de los políticos que han sido más importantes en Veracruz, su escuela dejó honda huella y aunque los tres aludidos son enemigos irreconciliables la influencia echeverrista los hace demasiado similares. He aquí algunos datos del ex presidente de México para que usted descubra el ADN que delata a los veracruzanos que crecieron bajo el cobijo de su sexenio, jóvenes en aquel entonces y que hoy ya entrados a la curva de la tercera edad.

Llegar o llegar
Echeverría desarrolló una obsesión desde su niñez por ser presidente de México, de niño sus juegos consistían en ponerse la Banda Presidencial.
Inicia dentro de la política muy joven bajo la tutela del Teniente Coronel Rodolfo Sánchez Taboada, de quien alcanzó la gracia por su dedicación de tiempo completo al trabajo, ímpetu que se acentuó siendo presidente.
Don Luis disfrutaba el halago popular, para lo cual le armaban los escenarios necesarios para que se diera prolongados baños de pueblo.
Admirador del ex presidente Lázaro Cárdenas intentó ser nacionalista, pero todo terminó en populismo. Solamente le faltó re etiquetar despensas de algún organismo internacional con logos de su gobierno para repartir al paisanaje mediante Casas de Enlace.

La ruta
Durante su trayectoria hacía la cumbre del poder fue editor de una gaceta universitaria y secretario de Prensa del PRI, sin embargo su relación con algunos Medios fue álgida, a tal grado que el gobierno de los Estados Unidos tuvo marcaje personal para ese tema. El enfrentamiento más frontal se dio con el entonces director de Excélsior Julio Scherer García, a quién desde presidencia se le orquestó su salida. Mientras tanto, el gobierno impulsó el crecimiento de otros medios como El Universal por ejemplo. Es decir Echeverría buscó siempre el control de la prensa para tener un ambiente a modo; dirigido tal vez a los sueños guajiros de trascender más allá del país. Buscaba obtener el premio Nobel de la Paz (no se ría, es verdad) y ser Secretario General de la ONU, cargo para el que incluso se postuló.

Crisis económica
En el plano económico Echeverría hizo crecer la deuda pública de manera escandalosa y desató una inflación que hasta la fecha es difícil de controlar. Confrontado con el sector empresarial sostuvo la economía con alfileres, a tal grado que su propio Secretario de Hacienda Hugo Margáin advirtió que la deuda externa había llegado al límite. Obviamente fue removido del cargo y entonces el presidente tomó las riendas totales de las finanzas de México. El encargado de ejecutar sus órdenes desde la Secretaría de Hacienda fue su “Secretario carnal”, José López Portillo, amigo desde la adolescencia.
La economía fue entonces un caos, con obras de relumbrón y una descarada corrupción. El peso empezó a “flotar” y pasó de los 12.50 a 25 pesos por dólar; la deuda externa se triplicó, y el poder adquisitivo de los trabajadores bajó a la mitad.

Controlador
Contra sus opositores, Echeverría fue represor.
Cómo Secretario de Gobierno ejecutó la orden de Díaz Ordaz para matanza de Tlatelolco y cómo presidente ordenó el “Halconazo” del Jueves de Corpus. Durante su gobierno se desarrolló la llamada “Guerra Sucia” contra los movimientos políticos antagónicos y se utilizó la ley “del garrote” para dispersar movimientos sociales.
Echeverría ejerció un poder absoluto, a tal grado que desde el mismo día que tomó protesta no volvió a cruzar palabra con su antecesor. Se dice que Díaz Ordaz siempre se arrepintió de haberlo dejado como su sucesor, y eso que no lo metió a la cárcel, que sino.

Candidato a modo
Luís Echeverría pretendió extender su poder más allá de su sexenio, con ese objetivo impuso a López Portillo como candidato y sucesor, Portillo era su amigo de toda la vida por lo que lo consideraba alguien a quién podría manipular para ser el poder tras el trono. Bueno si Portillo hubiera sido su hijo con mayor razón lo hubiera impuesto como candidato pues la idea era seguir gobernando México aunque el cargo oficialmente perteneciera a otro. Obvio no lo logró, o tal vez sí; sabrá dios, uno no sabe nunca nada.
 
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