El cargador número 13 |
El cargador número 13 |
2016-06-20 |
(Este texto fue publicado el día 31 de agosto del 2015, lo comparto nuevamente, después de haber estado presente durante la presentación del prototipo de la escultura de tamaño natural del Juanote, que se montará en Xalapa). Tal vez el nombre de Juan Herrera Vázquez no nos diga mucho; sin embargo, “El Juanote” sí, es parte de los recuerdos colectivos de los xalapeños. Con su, un metro noventa de estatura y cien kilos de peso, que le hubieran permitido decir lo que quisiera, aseguraba que “es mejor callar que hablar”. Juanote nació el 28 de marzo de 1919 en la ciudad capital del estado de Veracruz, sus padres eran campesinos originarios de Tlapacoyan. Su padre ya avecindado en Xalapa fue también cargador. En torno a este humilde personaje, que tuvo el oficio de su padre desde la adolescencia, se tejen una serie de anécdotas. Desde el famoso caso en 1939, cuando Juanote, el cargador No. 13 del mercado Jáuregui, fue llamado para llevar a una señora parturienta (o sea ya se encontraba en trabajo de parto) al hospital. Le amarraron una silla artesanal en la espalda, sentaron a la señora, y de ahí la bajó por toda la calle de Alfaro a paso veloz, no le fuera a ganar la cigüeña, hasta llegar al Hospital Nachón, donde doña “Chabelita” dio a luz a unos gemelos, mundialmente conocidos como “los cuates Garcimarrero”. De fuerza física y moral impresionante Juanote sí aguantaba un piano. Se sabe de su amoroso cuidado para cargarlos; dicen que él solo era capaz de trasladar un piano sin dañarlo; sin embargo, prefería hacerlo con ayuda, porque sabía que podía desafinarse. Todas las puertas de las casas de los xalapeños se le abrían, su probada honradez y decencia era el derecho de picaporte. Se le confiaba todo, desde una costosa joya hasta una mudanza, o un marido borracho, con la certeza de que llegaría sin contratiempos a su destino. Su vestimenta era siempre de huaraches, pantalones y camisa, limpios y bien planchados. Su mecapal al hombro y su placa de cargador con el número 13 a la cintura. Juanote no sólo era un hombre trabajador, sino que también era un melómano que religiosamente asistía todos los viernes de las temporadas de la Orquesta Sinfónica de Xalapa al Teatro del Estado, pues era un amante de la buena música. No sólo eso, sino que diariamente, después de la ruda jornada asistía a escuchar los ensayos de la orquesta. Sus piezas preferidas eran- a decir de un director de orquesta- el primer concierto para piano de Mozart, “cuya alegría lo desbordaba'” y la quinta sinfonía de Shostakovich. Apasionado de la música Eran los tiempos en que comprar un disco costaba una buena cantidad de dinero; sin embargo, melómano por decisión -dicen- poseía más de doscientos discos, gran logro para alguien de escasos recursos económicos. Tal vez por invertir sus ahorros en ese gusto, es que Juanote permaneció siempre soltero. Figura poco valorada Fue un hombre con uno de los oficios más sencillos, que fue capaz de meterse en la conciencia pública y trascender en la historia de una ciudad plagada de personajes, Juanote tuvo que haber sido un ser humano tocado por la vida o por dios. Si sus valores fueron de elevada naturaleza, vale la pena fijar nuestra mirada en él, más allá de sus aniversarios luctuosos o de escasas columnas y comentarios. Las historias aún están vivas, sin que se haya hecho un trabajo de investigación serio para preservar esa figura viva en nuestra memoria. Juanote falleció apenas a finales de los ochenta, lo que significa que muchos de quienes lo conocieron aún están vivos, y su recuerdo aún permanece fuerte en ellos. Sus anécdotas han pasado de boca en boca y siguen contándose. Ojalá Xalapa, con la sensibilidad que ha mostrado Américo Zúñiga Martínez para el rescate de muchos de nuestros valores como veracruzanos pueda impulsar ya un trabajo profesional para honrar a un personaje que no tuvo la proyección mundial de Cantinflas o Agustín Lara, pero que es un referente obligado de la historia de Xalapa, y es capaz de tocar las fibras de la sensibilidad de una sociedad en este momento es tan insensible a los valores humanos. Es una pena que una de las pocas memorias públicas del Juanote sea el relieve feo que está en la calle de Enríquez, y un cuadro colgado en las paredes del Centro Recreativo Xalapeño, que en la inauguración de “Cantinflas World” se nos coló en una foto, como diciendo: “Me saludas a No Me Olvides” (fin del texto). Postdata: Juanote simboliza los mejores valores humanos, honradez, sensibilidad, trabajo, espíritu de ayuda, por citar algunos. Enhorabuena por su escultura, que esperemos llame a seguir manteniendo esa esencia en nuestra sociedad. Y bien por la decisión del Cabildo Xalapeño, así se nos debe callar la boca a los criticones. Sé que mi voz no fue la única interesada en ese personaje, pero se requiere de sensibilidad para escucharlas. |