"¿Acatar qué, acatar qué?": Sara Ladrón de Guevara
"¿Acatar qué, acatar qué?": Sara Ladrón de Guevara
2016-05-02
Rectora por accidente
La antropóloga Sara Deifilia Ladrón de Guevara González nació en Xalapa, Veracruz, en 1964. Durante toda su vida se dedicó a temas relacionados con su carrera, es respetada como antropóloga; sin embargo, su conocimiento acerca de la política es más chato que la cara de un perro Pug. Sin embargo posee una habilidad especial para crear estrategias de defensa; además de que sabe arrimarse al árbol que –dependiendo el momento- la cobije con una buena sombra.

Cuestionada
Llegó a la rectoría precisamente escudada en su bajo perfil. Su desempeño como Rectora fue inmediatamente cuestionado por los académicos de la máxima casa de estudios del Estado. El investigador Pedro Jiménez –por ejemplo- señalaba: “Es clara la cortedad de visión que tiene la señora Ladrón de Guevara para administrar un espacio como lo es la Universidad Veracruzana”. “No hay recursos para investigar, los únicos favorecidos son sus allegados como siempre, el club de Tobi, en petit comité, ella decide a quién le va y a quién no le va, pagando la factura a quienes le dieron el apoyo. El actual destino de la Universidad Veracruzana lo deciden tres personas: el superpoderoso secretario particular conocido como Rafa, la súper TOLA y al final la rectorcita, si le dan la palabra”.

Caja China
Sin embargo, la Rectora Ladrón, pronto encontró el contraveneno para dejar de ser observada y cuestionada. La solución fue confrontarse con el gobierno estatal pegándole en “su talón de Aquiles”, lo financiero. Eso le generó una isla de confort, pues a los jóvenes universitarios les vendió la idea de que están protegiendo a su Universidad, cuando realmente protegen a su rectora.

La mancha voraz
Los salarios del llamado “Club de Toby” son escandalosos, el Secretario percibe 92 mil 440 pesos, el Vicecoordinador 80 mil 546, El director general 72 mil 491. Entre estos tres personajes le causan un desembolso a la Universidad de 245, 477 mensuales y casi 3 millones al año; esto sin contar sus gastos de viáticos, con cargo a la UV.

El salario de la rectora Ladrón se cuece aparte, percibe 192 mil 500 pesos mensuales, que si Pitágoras no miente suman 2 millones 300 mil pesos anuales, monto que es superior al que ganan tanto el gobernador Duarte de Ochoa. Como el presidente de la República, Peña Nieto. Con el monto económico que se asignó la rectora Ladrón, se pasa por las enaguas el artículo 127 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y el 82 de la Constitución Política del Estado de Veracruz, que prohíben que cualquier funcionario tenga un sueldo superior al de estas autoridades ¿Entendemos entonces la desesperación por cobrar los adeudos? y más aún por cuidar que la cortina de humo no se desvanezca.

Muy sacale punta
Por eso tal vez lo altanero de la respuesta de la antropóloga Ladrón a la consejera electoral de la Junta Local del INE, María Luisa Marrugat Castillo, quien le exhortó a no viciar el tema electoral con sus expresiones sobre la deuda del Estado hacia la UV. Altanera y furibunda contestó doña Sara: "¿Acatar qué, acatar qué?"… ni hablar mujer, traes puñal.

Hay prioridades
Es claro que para la rectora Ladrón su principal tema es la búsqueda de su reelección por cuatro años más, tiempo en que (si no se sube el salario, que lo más seguro es que sí), le representará un ingreso de 9 millones 200 mil pesos. Beneficio que es independiente de lo que pueda lograr más, ejerciendo presión al gobierno estatal (sea quien sea el gobernador) persiguiendo privilegios fuera del ámbito universitario, tanto políticos como económicos,
Electa Rectora para el periodo del 2 de septiembre de 2013 al 31 de agosto de 2017, se le consume el tiempo rápidamente, la Rectora Ladrón sufre y se desespera, el riesgo de que su carrera política termine dentro de poco más de un año es evidente; pues ningún gobernante querrá tenerla de bomba de tiempo en la Rectoría, ni los grupos que están marginados al interior de la Casa de Estudios desearán cuatro años más en la congeladora. Con doña Sara el dicho de que “no hay que darle alas a los alacranes”, está más vigente que nunca. Difícil su reelección.
 
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