Cada vez que “los IVECos” le brindan un mendrugo de apoyo a los artistas veracruzanos, cacaraquean el huevo como si hubieran puesto una docena de ellos; eso es parte de los usos y costumbres de la política a la mexicana, que “asegún” ellos iban a cambiar pero nunca cambiaron, y como dijo Don Teofilito: “¡ni cambiaran!”, pero se disculpa mientras fluyan los apoyos a los artistas, por mínimos que estos sean.

Pero llama la atención que mientras la directora Silvia Alejandre Prado es candil de la calle también es oscuridad de su casa; pues el Instituto Veracruzano de la Cultura está cometiendo una injusticia con la maestra Indira Domínguez, a quién le han negado la posibilidad de dar clases en esa dependencia, ocupando la plaza que era de su esposo, quién lamentablemente falleciera recientemente, esto a pesar de que el artista plástico Nestor Andrade fue un apasionado impulsor de las artes en ese Instituto; el pintor desarrolló una labor de promoción en distintas áreas; fungió como director de la incipiente Casa de Cultura de Veracruz, ahora conocida como Centro Cultural Atarazanas; ahí también colaboró como tallerista; aportó de igual manera su invaluable quehacer artístico en la Subdirección de Educación e Investigación Artística ; y en tiempos recientes se dedicó a impartir talleres en el Centro Cultural Casa Principal.

Después de su muerte su plaza fue cancelada, o quizás reasignada, negándole a su esposa la posibilidad de ocupar el lugar que durante tantos años su esposo cubrió dignamente; la maestra Indira Domínguez es una reconocida profesora de danza que ha impartido talleres en su estudio privado durante ya varios años y participado activamente en el quehacer cultural de la región; de ninguna manera es una improvisada, además cuenta con el reconocimiento y respeto de la población de Veracruz Puerto.

A pesar de todo esto, en el IVEC le niegan la posibilidad de ganarse el sustento con su arte y su trabajo, bajo el trillado pretexto de que el maestro Nestor pertenecía al personal de confianza; es más, Silvia Alejandre ni siquiera ha respondido una petición por escrito de la maestra, a pesar de que por ley mandata que debió de haber contestado después de diez días de recibir el documento ¡Qué poca sororidad señora directora!

Se obliga el apunte de que los datos fueron proporcionados por amigos cercanos a los maestros, cabe aclararlo para que no la vayan a tomar contra la maestra; ya ve usted que algunos funcionarios son como dijeron que no iban a ser.