Redacción.– A Federico “Salomoncho” Salomón, todavía presidente del PAN en Veracruz (porque el cargo aguanta, aunque la reputación no), ya le cayó la noche completa, con luna llena y todo. A las acusaciones por presunto desvío de recursos que le llovieron desde el propio Comité Nacional de su partido, ahora se le sumó un apagón judicial cortesía del Tribunal Estatal Electoral (TEV).

El fallo no es cualquier jalón de orejas: el Tribunal lo señala como violentador político reincidente y le receta 24 meses de inscripción en el padrón de sancionados. Dos años completos en la lista negra, como quien recibe tarjeta roja directa y suspensión de torneo.

Según el expediente, las conductas de don Federico no fueron travesuras administrativas ni “confusiones de oficina”, sino un menú completo de violencia simbólica, psicológica y política. Entre los platillos destacados están la obstaculización sistemática del trabajo de la víctima cuando era secretaria de Promoción Política de la Mujer del PAN, la usurpación de funciones ajenas, el cierre de la llave de información y recursos, y un patrón insistente de querer apagarle el micrófono político.

El Tribunal fue clarito: aquí no hubo diferencias de criterio ni pleitos de pasillo, sino violencia política en razón de género, acreditada con lupa, contexto y perspectiva de género, conforme a la ley y a la jurisprudencia electoral. O sea, no fue percepción, fue sentencia.

La resolución TEV-JDC-443/2025 determinó que la víctima fue la actual diputada local panista Montserrat Ortega Ruiz, quien sufrió estas prácticas mientras ejercía su cargo dentro del propio PAN veracruzano, con Federico Salomón Molina como autor principal del sabotaje interno.

Y por si fuera poco, el Tribunal también tomó nota de que Salomoncho no es nuevo en esto. Ya había estado un año inscrito en el Registro Nacional de Personas Sancionadas por Violencia Política contra las Mujeres. Ahora, por reincidente, le duplican la dosis: dos años completos en el registro.

La traducción política es simple y brutal: mientras esté en esa lista, Federico Salomón no puede ser candidato a nada. Ni a diputado, ni a pluri, ni a suplente del suplente. Nada de nada.

Así que si la idea era refugiarse en el fuero legislativo para capear las acusaciones de corrupción, alguien olvidó decirle que primero había que pasar por la ventanilla del Tribunal… y ahí le cerraron.

Lo más sabroso del caso es que la caída de don Quico Salomón no se la provocaron sus adversarios externos, sino su propio partido. Desde dentro del PAN estatal y nacional lo dejaron solo, arrinconado y con el silbatazo en contra.

Apunte final: la ironía es perfecta. La reforma constitucional que hoy lo deja fuera del juego fue impulsada, promovida y defendida por la propia Montserrat Ortega Ruiz, dentro de la Ley 3 de 3 contra la violencia. Una ley pensada para limpiar la política… y que terminó barriendo con quien creyó que el poder partidista era licencia para atropellar.