FÁTIMA BOSCH: LA CORONA QUE REORDENA EL TABLERO POLÍTICO PARA LAS MUJERES DE MÉXICO
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Un triunfo que trasciende la pasarela y se convierte en un mensaje de poder

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INFORMACIÓN | Revista el Tlacuilo / 2025-11-21

Redacción.- A veces, las coronas pesan más por lo que significan que por el brillo que proyectan. El triunfo de Fátima Bosch —tabasqueña, diseñadora, joven y con una voz que no titubea— no solo la coloca como Miss Universo 2025; la instala en un territorio simbólico donde pocas mexicanas han logrado incidir: la conversación política, social y cultural sobre el papel de las mujeres en el país.

Bosch llega al escenario internacional después de un proceso formativo que la llevó por la Universidad Iberoamericana, la Nuova Accademia di Belle Arti en Milán y hasta Vermont, donde también pulió su visión estética y profesional. Es decir, no estamos ante la vieja narrativa superficial de los certámenes, sino ante una mujer con preparación, criterio y una mirada amplia sobre el mundo.

Su victoria se vivió en México como una fiesta colectiva. En Tabasco, su estado natal, plazas y estadios se llenaron para verla competir, recordándonos que la representación también es una forma de pertenencia. No era solo una candidata: era la posibilidad de que una mujer del sureste, de un municipio pequeño, pusiera su nombre y el de su gente en el mapa global.

Pero el triunfo adquiere otro peso cuando se observa desde el ángulo político. En un país donde la violencia contra las mujeres continúa siendo un tema urgente y donde la paridad aún lucha contra viejos vicios, Bosch ofrece una imagen distinta: una mujer joven que gana, que se sostiene en sí misma y que no se quiebra ni siquiera cuando el propio director del certamen nacional la llamó “tonta” en un evento previo, un episodio que desató indignación internacional.

Ese gesto —ser descalificada públicamente por un hombre en una posición de poder, justo antes de coronarse— convierte su victoria en un contragolpe simbólico: una mujer a la que intentaron minimizar se convirtió en la figura más visible del certamen.

La política no siempre se escribe en decretos. A veces se escribe en momentos que capturan la imaginación colectiva. Y eso hizo Fátima Bosch.

En tiempos donde México debate sobre liderazgo femenino —con una presidenta en funciones, gobernadoras en crecimiento y nuevos espacios de representación—, la figura de Bosch suma un matiz inesperado: el de la soft power, el poder cultural. No legisla, no gobierna, no administra presupuestos. Pero influye. Y la influencia, hoy, es un capital político inmenso.

Su corona no solo engalana una cabeza. Pesa —y empuja— hacia un país donde las mujeres ya no están dispuestas a quedarse al margen de nada; medio de un certamen que ya no cabe con el actual papel de la mujer, Bosh le dio un nuevo rostro, porque más que con su belleza, ganó por su inteligencia.