Redacción.- Imagine usted la escena: viernes social, ya entrada la noche, circulando por la zona conurbada Veracruz–Boca del Río. Una camioneta de lujo abre paso escoltada por otras más, no tan caras, pero también de alta gama e igual de ostentosas. A bordo, hombres armados custodian a un diminuto personaje que, a simple vista, parecía más importante que discreto. Era lógico que las fuerzas del orden —federales y estatales— detuvieran el convoy para una inspección de rutina, verificar armas y asegurarse de que no transportaran a algún delincuente.

La sorpresa fue que el “sospechoso” era nada menos que el hijo del papá: Yunes Chiquito, quien perdió la compostura porque elementos de la SEMAR y de la SSP Estatal tuvieron la osadía de marcarle el alto.

Según relata la agencia Prensa Veracruz, “fueron detenidos dos escoltas y el chofer personal del senador, identificado como ‘El Rudo’, exelemento de la desaparecida PFP, quien al ponerse altanero, violento y prepotente con los uniformados, también fue detenido y subido de “aguilita” a una de las patrullas participantes en el operativo”.

Cuenta Prensa Veracruz que Chiquiyunes pataleaba de coraje, exigiendo “respeto” y advirtiendo a los elementos que “no sabían con quién se metían”. Entre berrinche y berrinche, hacía llamadas a su papá para que intercediera y liberaran a los detenidos. Pero ni el linaje ni las amenazas surtieron efecto: los escoltas y el chofer se quedaron en calidad de retenidos.
Quedó claro que el altiplano podrá hacer ese tipo de payasadas, pero en Veracruz deberá comportarse de manera decente, aunque le cueste mucho trabajo hacerlo.

De ser cierta esta versión; la pregunta inevitable es: ¿a qué le teme el senador para andar con medio pelotón de guardaespaldas? No lo sabemos. Pero si llega usted a cruzarse con su comitiva, mejor tómeles distancia y deles la vuelta; porque si así se les pusieron a las fuerzas del orden, imagine cómo reaccionaría Yunes Chiquito y sus guarros con cualquier ciudadano de a pie.