CASO CCH COYOACÁN: OTRO FOCO DE ALERTA SOBRE LA SALUD MENTAL
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El agresor se mostró antes en redes
Revista el Tlacuilo
INFORMACIÓN | Revista el Tlacuilo / 2025-09-23
Redacción.– Una vez más, la vulnerabilidad social revela la urgencia de atender la salud mental. En esta ocasión, la violencia cobró la vida de un estudiante dentro de un plantel educativo: un joven de 19 años apuñaló y asesinó a un alumno de 16 en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur, ubicado en la alcaldía Coyoacán.
El agresor fue detenido gracias a la intervención del trabajador administrativo Armando “N”, de 65 años, quien con valentía lo enfrentó y dio tiempo para que otros alumnos reaccionaran. Durante el forcejeo, el joven intentó escapar lanzándose desde un segundo piso, lo que le provocó fracturas en ambas piernas y permitió su aseguramiento. El trabajador resultó herido en el intento de contención y fue trasladado a un hospital; la UNAM informó que ya se encuentra fuera de peligro y fue dado de alta.
Una hora antes del ataque, el agresor, identificado como Lex Ashton, publicó en su cuenta personal de Facebook varias imágenes que anticipaban la violencia. Entre cuchillos, petardos y una sudadera con la leyenda en inglés “bloodbath” (“baño de sangre”), también compartió fotografías vistiendo la misma ropa y mostrando el arma que más tarde utilizaría en el homicidio.
Las publicaciones pasaron desapercibidas en ese momento: la cuenta apenas registraba una amistad. Sin embargo, tras el crimen, la interacción se disparó. Una de las publicaciones acumula más de mil 300 comentarios y 436 compartidos; otra, 400 comentarios y 129 compartidos; y la última ya registra mil 900 comentarios y 161 compartidos.
La cuenta —efímera, del tipo conocido como burner— se ha convertido en espacio de confrontación: la mayoría de los mensajes condenan al agresor y muestran rechazo absoluto, pero con mensajes de odio, mientras un sector mínimo _de manera preocupante_ exalta su acción homicida.
Este caso evidencia la necesidad urgente de un análisis profundo sobre los entornos digitales y la salud emocional de los jóvenes. Las señales estaban y siguen estando ahí, en línea, sin ser atendidas. La tragedia no solo revela fallas en la prevención, sino también una alerta que exige a las autoridades y a la sociedad un compromiso más serio y sostenido en la atención a la salud mental.