Ciudad de México, 31 de agosto de 2025 | Redacción. – La sucesión en la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados se convirtió en un nuevo foco de tensión política a un día de la votación en San Lázaro.

De acuerdo con la Ley Orgánica del Congreso General, la conducción de la Cámara Baja debe rotarse anualmente entre las principales fuerzas parlamentarias. En este segundo año de la LXVI Legislatura, la presidencia corresponde a la segunda bancada con mayor número de curules: el Partido Acción Nacional (PAN), que suma 71 asientos en el Pleno.

En ese contexto, la diputada Kenia López Rabadán ha emergido como la carta más fuerte del panismo. Su trayectoria como senadora, vicecoordinadora del grupo parlamentario y presidenta de la Comisión de Derechos Humanos en legislaturas anteriores, la colocan como figura con experiencia en la conducción de debates. El dirigente nacional del PAN, Jorge Romero Herrera, ha señalado públicamente que es “la más viable” para ocupar la presidencia y garantizar equilibrio en la conducción de los trabajos legislativos.

Sin embargo, dentro de Morena surgió un bloque de resistencia encabezado por el ala más radical, que presionó en la plenaria para impedir que López Rabadán asuma la presidencia. La justificación, explican legisladores morenistas, es que su perfil crítico hacia el gobierno federal podría endurecer la relación entre la oposición y el oficialismo en momentos de debate clave, como la discusión del Paquete Económico 2026 y las reformas en materia energética y de justicia.

Ricardo Monreal, coordinador de Morena, reconoció que la negociación sigue abierta: “Se buscan acuerdos para que este día no haya crisis y podamos elegir a la nueva presidenta de la Cámara de Diputados”, declaró.

De no lograrse un consenso en las próximas horas, el actual presidente de la Mesa Directiva, Sergio Gutiérrez Luna, continuará en el cargo de forma provisional hasta el 5 de septiembre, fecha límite para definir la nueva presidencia. Una extensión que, advierten analistas, podría tensar aún más las relaciones entre bancadas y retrasar la instalación formal del periodo ordinario de sesiones.
Menos mal que Lilly Téllez es senadora y no diputada, sino seguramente sería la propuesta azul.