
Revista el Tlacuilo
OPINIÓN | Revista el Tlacuilo / 2025-07-03
Mi humilde Opinión | Por El Tlacuilo
Veracruz, Ver. – Las gradas lucieron vacías, las calles mojadas y los bolsillos… más secos que promesa de político en campaña. Así fue el triste final del Carnaval 2025, cortesía de la administración de la alcaldesa Patricia Lobeira, que se despide dejando una fiesta tan caída como la credibilidad del grupo político que la respaldó para llegar a la silla embrujada del Ayuntamiento.
En un reportaje que huele a realidad (y no a perfume oficial), el periódico Imagen de Veracruz evidenció el desfalco disfrazado de Carnaval: comerciantes que apostaron hasta el último peso por la fiesta y terminaron recogiendo migajas.
Una de las voces más dolidas fue la de Carolina López, que invirtió 40 mil pesos esperando multiplicarlos como conejos en primavera, pero apenas recuperó 5 mil pesos. Su gradería de 168 asientos fue más bien un mausoleo de tablas: vacía, silenciosa, olvidada. “¡Nos mandaron al matadero sin aviso!”, exclamaron entre corajes y deudas.
La razón, dicen, fue el mal tiempo. Pero cualquiera con tantita memoria sabe que en junio siempre llueve. Entonces, ¿por qué no prever? ¿Por qué no asegurar? ¿Por qué no pensar en la gente en vez de en los patrocinadores de chela? Porque lo único que no faltó fue el chupe —y en cantidades industriales.
Mientras el público familiar se retira muchas veces espantado por el relajo y el descontrol etílico, las grandes empresas de bebidas brindan con las ganancias. ¿Y el Ayuntamiento? Bien, gracias… contando su parte.
Ahora los graderos —como se les conoce a quienes subarrendan las gradas— exigen reembolsos.
Algunos ya recibieron el 30% de su inversión. Pero otros 100 afectados se formaron con la esperanza de que, al menos, los dejen “raspados, pero no destruidos”.
Estela Arcos, otra comerciante desfalcada, fue clara: “Siempre que hay mal tiempo (o sea poca asistencia), el Ayuntamiento devuelve algo. Ya es tradición”. El apunte deja en claro que el Carnaval en estas fechas ha sido un desastre, pero este año lo fue en especial.
Y mientras en la cúpula azul panista se armaba la fiesta con alfombra roja, aire acondicionado y bocadillos gourmet, en la calle llovía… pero no alegría, sino frustración. Se acabó el Carnaval, y con él, las administraciones panistas: frías, elitistas y desconectadas del pueblo. Una gestión de Photoshop, maquillaje y abandono.
Ahora le corresponderá a Rosa María Hernández Espejo devolverle a la fiesta la alegría familiar y popular, ya que hereda una festividad golpeada, de capa caída, pero que aún respira entre comparsas, batucadas y anhelo popular. Levantar el Carnaval será su primer examen, y el pueblo estará mirando… mojado, pero con memoria. Por lo pronto la futura alcaldesa ya se comprometió a regresar el Carnaval a su fecha original.
Mientras tanto, los del Estero se alejan bailando con ritmo prestado y carteras llenas. Porque si algo quedó claro es que, al pueblo, los azules se lo llevaron al baile, “sin carnaval ni comparsa”.