(Redacción).- El PRI en Sinaloa está igual de amolado que el tricolor de todo el país, en las pasadas elecciones apenas y alcanzó el 11.62% de los votos; y solamente ganó uno de los 20 Ayuntamientos.

Está tan desacreditado el PRI de Sinaloa como lo está el de Veracruz.

Entonces ¿por qué el CDE de Sinaloa es la envidia de los militantes priistas veracruzanos? Sencillo: porque a doce meses de haber sido electa como presidenta del CDE del PRI de Sinaloa, Paola Iveth Garante Valenzuela y de secretario, Bernardino Antelo Esper, ya fueron removidos de sus cargos y en su lugar, el comité ejecutivo nacional, nombró como nuevo líder estatal a César Emiliano Gerardo Lugo y a Liliana Cárdenas Valenzuela, como secretaria.

¡Imagínense que sucediera eso en Veracruz! Que tanto el presidente sepulturero Adolfo Ramírez Arana como la “dama de yerro” Lorena Piñón Rivera fueran destituidos ¡Habría fiesta entre la militancia del PRI!

Es evidente que estos personajes solamente atienden sus intereses personales, y mientras se traguen todas las prerrogativas hasta empacharse estarán felices y sin importarles que cada día sean más las figuras que marcan distancia con ellos o de plano se van del partido.

Ambos personajes están destinados a cerrar las cortinas del edificio de Ruiz Cortines y pasar a la historia como los sepultureros del PRI Veracruz, debido a que navegan sin el respaldo de sus operadores, quienes ya se hartaron de trabajar para que solamente este “par de dos” se beneficien. Imagínense ustedes hasta qué punto es el agandalle del Fofo que una de las dos escasas plurinominales en el Congreso local se la dio a su esposa; quien por cierto en el Congreso de Veracruz ni cacha, ni picha, ni deja batear; pero eso sí, cobra a tiempo su generoso salario.

Pero bueno, para tristeza de la militancia priista dudamos mucho que el Fofo y la “dama de yerro” sean removidos, porque son incondicionales de Alito Moreno, un hombre adicto al culto a la personalidad, que cuando les pregunta a estos dos “qué hora es”, le responden: “Las que usted ordene señor”, y así avanzan, como los gusanitos: “¡arrastrándose!”.