EL BOXEO MEXICANO: SANGRE DE GUERREROS
Nacional: EL BOXEO MEXICANO: SANGRE DE GUERREROS / Gamaliel Velazco
Gamaliel Velazco
/ 2024-11-14
EL BOXEO MEXICANO: SANGRE DE GUERREROS
Cuando se habla de boxeadores mexicanos, estamos hablando de atletas que son pura raza y corazón, reconocidos en el mundo entero no solo por los títulos que llevan a casa, sino por un estilo que es tan propio como la tierra que los ve crecer. Si nos vamos a números, México tiene una impresionante cantidad de campeones mundiales; es una cantera de leyendas en peso ligero, pluma, welter y más. Las estadísticas no mienten: desde los nombres históricos como "finito" Lopez, hasta Juan Manuel Márquez y otros que están por venir, el boxeo mexicano está en la cima y lleva rato ahí.
Pero hay algo más allá de los números, algo que ni el mejor ranking puede capturar. Es el estilo mexicano de pelear, esa escuela que tiene algo de ancestral, como si los golpes tuvieran la fuerza de guerreros prehispánicos. Es una forma de boxear que no solo se aprende, sino que se hereda, que pasa de generación en generación, y que pone el sello mexicano en cada combate. Este estilo es una mezcla de garra, resistencia y coraje, y los boxeadores mexicanos son maestros de eso, de aguantar y de regresar con todo, de no dar un paso atrás.
Los gimnasios de box en México no son sitios llenos de lujo ni de aparatos de última tecnología; son lugares donde la vida se forja a pulso. Ahí está, por ejemplo, el famoso Gimnasio Romanza. No tiene aire acondicionado, ni luces brillantes, ni peras que se cambian cada semana. Las paredes tienen historia, algo de polvo, y cada rincón huele a esfuerzo. Pero fue en ese lugar donde se forjó la leyenda que un día noqueó a Manny Pacquiao. Ahí, bajo la mirada estricta y sabia de entrenadores que ya saben lo que es estar en el ring, nacen campeones.
En México, el respeto hacia los entrenadores es sagrado. No es solo que ellos sepan el arte de esquivar y pegar, es que muchos de ellos vivieron las mismas luchas que sus pupilos enfrentan hoy. En esos gimnasios se vive con disciplina y respeto, y de vez en cuando, un ex boxeador que ya lleva sus años decide poner guantes de nuevo, solo para mostrarles a los más jóvenes que no es solo cuestión de fuerza, sino de cabeza. Y ese “ajuste” a la vieja escuela es lo que ayuda a mantener la esencia del boxeo mexicano.
Para ser boxeador en México, hay que ganarse el ring, pero el verdadero aprendizaje viene a golpes. La técnica se perfecciona en combate, no hay atajos. Es el único camino, y los que entienden eso llegan lejos, porque lo aprenden en carne propia.
Sin embargo, lo más preocupante es que esta joya del boxeo mexicano corre el riesgo de perder su brillo. Los recursos son pocos y la ayuda es escasa, en especial si lo comparamos con otros deportes que reciben grandes sumas. No es raro ver a padres haciendo sacrificios para que sus hijos lleguen a competir en selectivos, y cuando no pueden, simplemente, no hay oportunidad.
El talento está ahí, en cada esquina de México, pero falta apoyo. La pasión es una cosa y la capacidad es otra, y en México hay de ambas, pero sin el impulso adecuado, se pierde el camino. No es una sorpresa que no haya tantas medallas, y no es porque falte corazón, sino porque falta ayuda.
Larga vida al boxeo mexicano, a los guerreros que en cada golpe llevan un poco de historia, a los entrenadores que, en cada esquina, siguen forjando campeones. Que nunca se apague la llama de este deporte, que es puro coraje mexicano.