(Redacción).- Como algo muy propio de las fiestas de Todos Santos, la LXVI Legislatura está agonizando; el día martes 5 de noviembre se muere. Les tocaran las Golondrinas a los diputados y diputadas que terminan su periodo legislativo y que sus cualidades políticas no les dieron para la reelección.

Significa el final de la época JJ Gómez Cazarín, personaje de un estilo folclórico; para quien parte de su personalidad que consideró que debía mostrar fue su afición al equipo de futbol América y las palabras ñeronas como “con Tokio”, frase replicada por sus admiradores. Esto, como dirían los clásicos: “no es bueno ni malo, sino todo lo contrario”; pero eso sí, le dieron a la Junta de Coordinación Política un tufillo a garnacha y a gordita… muy sabrosas, por cierto.

A final de cuentas, echando a perder se aprende, y después de un inicio desastroso durante su primer periodo al frente de la Jucopo, en el que cada iniciativa era rebotada desde el altiplano, las cosas se fueron emparejando; teniendo el Congreso de Veracruz un devenir tranquilo, con una oposición discreta, gracias a los buenos oficios de Cazarín, quién para su mala fortuna en estos días demostró que “al mejor cazador se le va la liebre”, con el tema de la votación que no llegó a tiempo a San Lázaro. Sin embargo, en una evaluación general, el oriundo de Hueyapan de Ocampo, entregará buenas cuentas.

Es de destacarse su carácter firme, que fue determinante para resolver temas coyunturales como la sustitución del Fiscal carnal de Yunes, Jorge Wincler; así como para no dejarse manipular por un poderoso personaje que ya es historia; “se la rifó”, expresión que utilizamos para estar a la par de “¡Con Tokio!”

Vienen nuevos tiempos en el Congreso a partir de este día 5 de noviembre; con un presidente de la Jucopo con mayor oficio político y con algunos diputados de los que se espera un desempeño menos grisáceo del que tuvieron algunos de los huéspedes que se van.

Será un trienio de mayoría calificada, pero que, desde este momento, Esteban Bautista Hernández, ya empezó a tender puentes entre sus homónimos para convencer, y no avasallar.