CRUZ AZUL Y EL ESTADIO QUE NUNCA LLEGA
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La historia no es nueva.

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OPINIÓN | Revista el Tlacuilo / 2025-12-02

Redacción.- Hay equipos que nacen con su casa y otros que pasan la vida buscando dónde dormir. Cruz Azul pertenece a ese segundo grupo. Puede sonar increíble para un club con tantos títulos, tanta historia y una de las aficiones más grandes del país, pero la Máquina vuelve a recorrer el mismo camino: jugar aquí, luego allá, y después ver “qué se puede” para la próxima temporada.

La historia no es nueva. Cruz Azul sí tiene un estadio en el sentido estricto del término: el Estadio 10 de Diciembre, en Jasso Hidalgo, donde nació la tradición cementera. Pero todos sabemos que ese inmueble está aislado de las grandes urbes y le quedó pequeño hace décadas, cuando el equipo dio el salto definitivo al futbol de élite. Desde entonces, la Máquina ha sido más bien una nómada del balompié mexicano; a pesar de que _paradójicamente_ el equipo pertenece a una poderosa fábrica de cemento.

El Estadio Azul fue su casa adoptiva por años, hasta que el contrato de arrendamiento se volvió un rompecabezas de intereses y se optó por no renovarlo. Luego vino el Azteca, un gigante que sirve para grandes noches, pero que jamás logró sentirse “propio”. Después el Estadio Ciudad de los Deportes, con pleitos burocráticos, desacuerdos sobre mantenimiento y hasta trabas para modernizar la entrada. Para rematar, la temporada más reciente los llevó al Olímpico Universitario: casa de Pumas, no de Cruz Azul.

¿Por qué la Máquina no ha podido levantar su propio hogar? La respuesta no es una sola. Hay problemas de permisos, carencia de un terreno definitivo, falta de apoyo de autoridades locales y un sinfín de obstáculos económicos y administrativos que han frenado cada intento. Han existido anuncios, intenciones y reuniones, pero estadio… nada.

La directiva insiste en que “se hará sí o sí”. Y es cierto: Cruz Azul necesita un estadio a la altura de su gente, de su historia y de su proyecto deportivo. Pero la afición ya escuchó esa promesa demasiadas veces. La Máquina podrá rodar muy bien en la cancha, pero fuera de ella sigue sin encontrar el camino que la lleve, de una vez por todas, a una casa propia, porque los dueños la "cruzazulean" cada vez que lo intentan.

Mientras tanto, entre maletas, estadios prestados y mudanzas temporales, Cruz Azul sigue siendo un gigante sin hogar. Y esa, sin duda, es la gran deuda pendiente con su afición que nunca pierde la esperanza de verlo otra vez campeón, más ahora que está en semifinales… ¡Otra vez!