
Revista el Tlacuilo
OPINIÓN | Revista el Tlacuilo / 2025-11-11
Redacción Revista El Tlacuilo.- Veracruz ha tenido en la gubernatura algunos mandatarios que los perdió el “oído débil”. Eso hizo estragos. Desde la silla de Palacio vimos a gobernadores proclives a creer cualquier chisme, incapaces de resistir los embates “direccionados” desde la prensa contra alguno de los integrantes de su gabinete, lo que derivaba en distanciamientos o de plano en su sustitución.
En este momento, el poder ejecutivo de Veracruz tiene una Gobernadora de carácter firme y análisis profundo, que reflexiona antes de tomar decisiones. Nahle no es, de ninguna manera, alguien fácil de influenciar ni de intimidar.
Hasta este momento —a pesar de los esfuerzos— sus opositores y “tartufos” internos no lo han conseguido.
La ingeniera Rocío Nahle García se formó en la oposición de izquierda, que si bien hoy es la corriente política que gobierna el país, cuando ella inició en la política tuvo que remar contra corriente y resistir los ataques sistemáticos de un régimen que tenía todo el “p*nch* poder en la mano”.
Después, como funcionaria federal, tuvo que resistir las acometidas violentas de un sector empresarial y político que de ninguna manera consideró que la Refinería Olmeca, conocida como “Dos Bocas”, fuera buena para los intereses personales de quienes se benefician de la falta de estos recursos en México, dentro y fuera del país. Nahle se mantuvo firme, mientras el entonces presidente López Obrador no hizo caso a los ataques en contra de la entonces secretaria de Energía. Hoy, esa obra magna es considerada la tercera infraestructura construida recientemente más importante del mundo y obtuvo el Premio Internacional a la Excelencia en Proyectos 2025 de la International Project Management Association (IPMA).
Como precandidata al Gobierno de Veracruz, Rocío Nahle vivió una serie de descalificaciones y una guerra sucia por parte de los opositores y, desde dentro de su propio partido, por impresentables personajes que veían en las arcas de Veracruz un jugoso botín. Pero Nahle volvió a resistir, y la confianza de López Obrador y Sheinbaum Pardo la siguió respaldando.
Ni se diga en la campaña rumbo a la gubernatura: Rocío Nahle soportó una de las campañas más brutales que se han registrado en el estado de Veracruz, con guerra sucia y violencia verbal por parte de uno de sus opositores y de sus seguidores. Al final del día, más de dos millones y medio de veracruzanos la respaldaron con su voto.
Ahora, como gobernante, los ataques no han cesado e intentan quebrarla. Desde medios y plumas locales y nacionales es descalificada un día sí y otro también. Pero a un año de su gobierno, queda claro que no va a cambiar sus políticas de comunicación ni su estilo de gobernar por más que la ataquen. Está acostumbrada a eso y a salir victoriosa después de pasar por cada uno de estos crisoles.
Retomando la tesis inicial: se equivocan quienes piensan que atacando a las figuras más destacadas y cercanas de su gabinete lograrán influir en las decisiones de Nahle. Quienes así lo creen muestran que ignoran la trayectoria de la gobernadora y que, quizás, sus embates contra figuras de su equipo logren lo contrario: generar mayor empatía de la mandataria hacia ellos, pues en esos ataques ella misma se reconoce. A lo largo de su trayectoria política ha estado ahí, resistiendo a quienes han intentado dañarla.
Rocío Nahle es de una sola pieza, una gobernante que afrontar los retos sin darles la vuelta, con la rudeza necesaria que exige el momento político. No solo se esfuerza por hacer un buen gobierno, sino que asume con entereza la responsabilidad de construir la continuidad, respaldada por colaboradores que no le temen ni al lodo de las inundaciones ni al lodo de los ataques políticos.