FÁTIMA BOSCH: CUANDO LA DIGNIDAD DE UNA MUJER MEXICANA VALE MÁS QUE UNA CORONA
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México no necesita una corona para sentirse orgulloso. La verdadera belleza de una mujer está en su coraje, en su coherencia y en su capacidad de mantenerse en pie frente a la injusticia.
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INFORMACIÓN | Revista el Tlacuilo / 2025-11-06
Redacción.- En el mundo del espectáculo, los concursos de belleza siguen vendiendo glamour, sonrisas y falsas perfecciones. Pero lo ocurrido con Fátima Bosch Fernández, Miss México 2025, durante un evento previo a Miss Universo en Tailandia, reveló algo más profundo: la lucha de una mujer por su dignidad frente a una estructura que todavía pretende domesticar la voz femenina.
En un certamen que se presume de empoderar a las mujeres, un alto directivo —Nawat Itsaragrisil— interrumpió públicamente a la representante mexicana, le levantó la voz y la llamó “tonta” por no cumplir con tareas promocionales. Lo que parecía una simple diferencia profesional se convirtió en un acto de humillación y abuso de poder. Pero lo que vino después fue lo verdaderamente importante: Bosch, sin perder la compostura, mantuvo la mirada firme y respondió con serenidad y coraje. En su gesto y en sus palabras —“No soy una muñeca… vine a ser la voz de las mujeres y las niñas”—, se reflejó la historia de millones de mexicanas que han tenido que hablar fuerte para que se les escuche.
Esa reacción no fue un simple arranque de orgullo. Fue un acto político, un grito contra el silencio al que tantas veces se les ha empujado. Y más aún: fue un recordatorio de que el respeto no se negocia, ni siquiera en el escenario más brillante del mundo.
El hecho de que otras concursantes decidieran levantarse y abandonar la sala en solidaridad demuestra que la dignidad no tiene nacionalidad. Pero también confirma algo que siempre ha caracterizado a la mujer mexicana: su valor. En medio de los reflectores, Fátima Bosch representó lo que en nuestras calles y comunidades hacen cada día las mujeres que defienden su lugar en el trabajo, en el hogar o en la política: resistir, levantar la voz, no dejarse intimidar.
México no necesita una corona para sentirse orgulloso. La verdadera belleza de una mujer está en su coraje, en su coherencia y en su capacidad de mantenerse en pie frente a la injusticia. Fátima Bosch nos recordó eso. Y aunque los jueces del certamen puedan tener sus reglas, hay algo que el mundo ya vio con claridad: una mexicana nunca se arrodilla ante la soberbia del poder, porque su voz —como su espíritu— no se apaga con órdenes ni con insultos.
Por su parte, Nawat Itsaragrisil, resultó ser un Pepe Yunes cualquiera, y ha recibido el repudio generalizado.