EL DÍA EN QUE UNA PELÍCULA EXTRANJERA DIO INICIO A UNA TRADICIÓN EN MÉXICO
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Cuando James Bond inventó un desfile mexicano

Revista el Tlacuilo
INFORMACIÓN | Revista el Tlacuilo / 2025-10-30

Redacción.- En 2015, millones de espectadores en todo el mundo vieron a James Bond correr entre calaveras gigantes y catrinas danzantes por el Centro Histórico de la Ciudad de México. La secuencia inicial de Spectre, dirigida por Sam Mendes, mostraba una celebración monumental del Día de Muertos, tan colorida y espectacular que parecía salida de una fantasía... y, en efecto, lo era. Ese desfile nunca había existido.

Hasta entonces, el Día de Muertos se celebraba en los hogares, en los panteones y en los pueblos, a través de altares, ofrendas y visitas familiares a las tumbas. Era una festividad íntima, profundamente simbólica, ligada a la memoria y a la fe. Pero después de la filmación de Spectre, el gobierno capitalino decidió convertir esa ficción en realidad: en 2016 se organizó el primer desfile oficial del Día de Muertos, inspirado directamente en la película. Desde entonces, cada año, cientos de miles de personas —mexicanos y turistas— llenan las calles para presenciarlo; la tendencia no solamente se quedó en la capital del país, sino que se extendió por toda nación.

Del celuloide a la calle

El fenómeno es fascinante. Un imaginario extranjero —concebido por un director británico para una saga inglesa— terminó creando una nueva tradición mexicana. Las calaveras monumentales, los carros alegóricos y las catrinas gigantes ya forman parte del paisaje festivo de octubre y noviembre en México. Lo que nació como una ficción hollywoodense se transformó en una experiencia colectiva, viva, popular.

Algunos críticos lo llaman “turistificación” del Día de Muertos: una versión más visual que espiritual, más fotogénica que ritual. Pero también es cierto que, gracias a este desfile, muchos jóvenes y familias redescubrieron el valor de la fecha y se sintieron orgullosos de mostrar su cultura al mundo. La celebración salió de los altares domésticos para ocupar el espacio público, y México encontró una nueva manera de contar su historia.


Lo que Spectre provocó, más que una simple moda, fue una reinterpretación contemporánea de una tradición ancestral. En un país donde las costumbres populares suelen nacer del mestizaje y la adaptación, este caso es un ejemplo perfecto de cómo la identidad mexicana no teme reinventarse. La muerte, que antes habitaba el silencio del panteón y los altares familiares, ahora desfila por las calles entre música, luces y arte urbano.

Sí, la idea nació de una película extranjera. Pero solo en México pudo volverse auténtica. Porque aquí, incluso las ficciones ajenas acaban por volverse propias.