SILVIA TOMASA RIVERA: LA POETA DEL MAR Y LA MEMORIA HOY APOYANDO A SU GENTE
ADMIN: / El Tlacuilo
“Siento feo pero siento bonito poder ayudar a la gente”. STR
El Tlacuilo
ADMIN / 2025-10-26
Por El Tlacuilo.- La poetisa Silvia Tomasa Rivera dedica estos días a reunir víveres y ayuda para su tierra natal, El Higo, Veracruz. El centro de acopio se encuentra en “Xalapa Living”, sobre la carretera Las Trancas–Coatepec, y los apoyos económicos pueden enviarse a la cuenta Scotiabank 4043 1300 2721 9118.
“Siento feo, pero siento bonito poder ayudar a la gente”, expresó con la calidez que siempre la distingue.
Pero ¿quién es Silvia Tomasa Rivera?
Nació un 7 de marzo de 1955 en El Higo, Veracruz, un territorio donde el río y la tierra se confunden con el alma de sus habitantes. Desde ahí, su voz poética comenzó a expandirse con la fuerza de quien escucha a la naturaleza y la traduce en versos. Rivera del Ángel, no sólo es una poeta veracruzana: es una de las presencias más sólidas de la poesía mexicana contemporánea, una autora que ha sabido darle al paisaje, al amor y al tiempo un tono propio, reconocible y profundo.
Autodidacta en buena parte de su formación, participó en talleres de poesía con maestros como Carlos Illescas, pero su voz siempre conservó una autenticidad instintiva, nacida del contacto con lo elemental: el río, el mar, la tierra. Ha sido becaria del INBA-FONAPAS y, desde 1994, pertenece al Sistema Nacional de Creadores de Arte, un reconocimiento que reafirma su lugar dentro de las letras mexicanas.
Su obra transita por caminos de piedra y espuma. En Por el camino del mar, camino de piedra, Silvia Tomasa construye un lenguaje que, como su título, se bifurca entre la dureza del suelo y la fluidez del agua. Es un viaje hacia dentro y hacia atrás, una conversación entre el pasado y el presente que le valió el Premio Nacional de Poesía Jaime Sabines en 1988. En Alta montaña, texto premiado con el Carlos Pellicer en 1997, el paisaje se vuelve ascensión y vértigo, una búsqueda espiritual envuelta en metáforas de roca y aire.
Hay en sus poemas una constante lucha entre lo visible y lo que el alma apenas roza. Su verso es a veces breve y cortante como una piedra, otras veces se abre como el horizonte marino. Los temas del amor, el deseo, la soledad y la muerte aparecen con la misma naturalidad con la que el luminoso sol llega al campo veracruzano. En Poemas al desconocido / Poemas a la desconocida, la poeta entrega una de sus facetas más íntimas: la erótica, libre de pudores, donde el cuerpo y la palabra se entrelazan hasta volverse indistintos.
Su poesía es también un acto de resistencia. En un país donde la voz femenina fue durante mucho tiempo susurrada, Rivera escribe con una fuerza que no pide permiso. Escribe desde la orilla, pero su palabra se expande hacia el centro del idioma.
Leer a Silvia Tomasa Rivera es encontrarse con la mujer que mira el mar y no se conforma con describirlo. Quiere entenderlo, nombrarlo, vivirlo. Es una poeta que camina por el filo entre lo real y lo simbólico, que sabe que cada palabra es una piedra lanzada al agua del tiempo. Y aunque el tiempo tenga miedo, como dice uno de sus libros, ella sigue escribiendo, con la serenidad de quien sabe que la poesía es también una forma de quedarse.