HEBERTO CASTILLO: EL INGENIERO QUE LEVANTÓ ESTRUCTURAS Y CONCIENCIAS
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Veracruz está en deuda con el ingeniero.
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INFORMACIÓN | Revista el Tlacuilo / 2025-09-08
Xalapa Veracruz, 8 de septiembre 2025 | Redacción. - En México, pocas figuras encarnan con tanta claridad la unión entre ciencia, compromiso social y valentía política como el ingeniero Heberto Castillo Martínez. No fue únicamente un inventor brillante ni un líder combativo de la izquierda: fue un hombre que entendió que el conocimiento no tiene sentido si no se pone al servicio de la gente.
Desde sus aulas en la UNAM y el IPN, formó generaciones de ingenieros, pero también fue formando ciudadanos conscientes. Su legado técnico, la tridilosa, no es solo un aporte a la arquitectura moderna: es la metáfora de su vida. Una estructura ligera pero resistente, capaz de sostener enormes cargas con menos material. Heberto pensaba en ahorrar recursos, en optimizar, en construir mejor. Lo mismo hizo en la política: levantar, con ideas firmes y principios claros, los cimientos de una democracia más sólida en un país desgastado por el autoritarismo.
Fue uno de los rostros visibles del movimiento estudiantil de 1968, un académico que no dudó en ponerse del lado de la juventud cuando el gobierno prefería la represión al diálogo. Padeció cárcel, golpes y persecución, pero no claudicó. Su lucha derivó en la fundación de partidos que, décadas después, cambiarían el mapa político mexicano: el PMT, el PMS y el PRD. En 1988, cuando México vivía una de sus elecciones más cuestionadas, tuvo la generosidad política de declinar su candidatura presidencial en favor de Cuauhtémoc Cárdenas, un gesto que consolidó la oposición de izquierda y mostró que lo suyo no era la ambición personal, sino la causa colectiva.
En el Senado, su voz fue clara contra la corrupción y firme a favor de los derechos humanos. En Chiapas, buscó la paz en un país fragmentado. Y en su Veracruz natal, su memoria sigue viva como ejemplo de congruencia. No sorprende que su nombre hoy esté inscrito en el Muro de Honor del Senado, junto a quienes han dado lo mejor de sí a la nación.
Recordar a Heberto Castillo es recordarnos que el país necesita ingenieros que levanten edificios, sí, pero también ingenieros que levanten conciencias. Su vida es la mejor prueba de que la técnica y la política no están condenadas a divorciarse, sino a complementarse. Porque de nada sirve una obra majestuosa si no tiene detrás la dignidad de quienes la habitan.
Uno de los pasajes de su vida que nos da idea de su capacidad, fue el sucedido en el año 85, cuándo mientras todos buscaban respuestas de la devastación del terremoto en el presente; él, siendo diputado federal, pidió ver tanto la vista aérea de la Ciudad de México, como un plano de Tenochtitlán.
En un principio, la búsqueda parecía no tener sentido, pero ahí estaba la respuesta del porque en la misma zona algunos edificios colapsaron y otros no, ya que los que no cayeron estaban construidos sobre antiguos islotes, los otros sobre las aguas.
Esta información sirvió de eje para que Castillo, aplicara este conocimiento a una serie de nuevas normas de construcción para regular el crecimiento de la ciudad de México; dichas normas fueron incluso reconocidas por la Organización de las Naciones Unidas luego del sismo de 2017 como uno de los factores que redujo la letalidad del fenómeno.
Hoy, frente a un México que sigue debatiéndose entre la modernidad y la desigualdad, la memoria de Heberto es brújula y advertencia: construir solo con acero y concreto es insuficiente; lo que realmente sostiene a una nación son los principios.
Heberto Castillo es una de las principales figuras de izquierda en la historia moderna de México; una figura que estuvo segregada durante los gobiernos pasados contrarios a la izquierda; pero aún lo sigue siendo desde hace casi siete años que Veracruz es pertenece a esta corriente política.
La Medalla Heberto Castillo honra a quienes la reciben merecidamente, pero no lo hace de manera directa a la memoria de Castillo. Hay una deuda que no se ha saldado el Ingeniero: uno de los únicos homenajes que tiene en Xalapa _por ejemplo_ es un busto mal hecho en una cuchilla de una calle apartada de la ciudad, rodeada de maleza y a veces de basura... ¡Lamentable!