Redacción. - El Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas se conmemora cada 30 de agosto, y fue instaurado por la Asamblea General de la ONU en 2010, aunque ya desde 1981 organismos internacionales de derechos humanos lo habían señalado como una fecha de lucha y visibilización.

La desaparición forzada es considerada por el Derecho Internacional un crimen de lesa humanidad, pues implica la detención, secuestro o privación de la libertad de una persona con participación u omisiones por parte del Estado, seguido de la negativa a reconocerlo o revelar su paradero.

La ONU estableció esta fecha para visibilizar a las víctimas, acompañar a sus familiares y exigir a los Estados el cumplimiento de su obligación de prevenir, investigar y sancionar estas prácticas.

También busca reafirmar el derecho de toda persona a no ser sometida a desaparición forzada, y el derecho de las familias a conocer la verdad y acceder a la justicia.

En un contexto global: la desaparición forzada ha sido utilizada históricamente en regímenes dictatoriales de América Latina (como Argentina y Chile en los años 70-80), en conflictos armados y en contextos de violencia criminal.

Hoy, la ONU alerta que no es un fenómeno del pasado: se sigue cometiendo en muchos países del mundo, en ocasiones incluso en contextos de “seguridad nacional” o lucha contra el crimen.

México vive una de las crisis más graves: más de 130 mil personas desaparecidas registradas oficialmente, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO).

Los colectivos de familiares son los principales motores de búsqueda y memoria. Han formado brigadas que buscan fosas clandestinas y presionan al Estado para que actúe.

Organismos internacionales como la ONU-DH y el Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU (CED) han señalado la urgencia de que México fortalezca sus instituciones de búsqueda y sancione la impunidad.

En torno a esta situación, hoy se llevan a cabo símbolos y actividades. Se realizan marchas, plantones, foros, altares y galerías fotográficas en diversas ciudades. El color blanco y las fotografías de los desaparecidos suelen ser los principales símbolos. La consigna que más se escucha es: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.