Redacción El Tlacuilo | Veracruz, Ver. –Cuando muchos ya lo dábamos por muerto y sin capacidad de resurrección electoral, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) sorprendió en las recientes elecciones al mejorar sus números en Veracruz. Sin alcanzar niveles de protagonismo, sí logró fortalecerse de forma relativa, ganando terreno que se creía perdido y mostrando que aún conserva una base militante sólida y leal.

En un escenario donde el voto útil, las alianzas estratégicas y el desgaste institucional parecían haber condenado al tricolor a la irrelevancia, el PRI demostró que aún respira. Como en el célebre cuento breve de Monterroso, “cuando despertamos, el dinosaurio todavía estaba allí”.

Aunque no despuntó como fuerza mayoritaria, el PRI veracruzano recuperó algo más valioso que los votos: la certeza de que su militancia sigue viva. Se trata de una estructura que, aunque envejecida y golpeada por los años, conserva un núcleo duro de simpatizantes que difícilmente mudarán de lealtad política.

Especialistas señalan que estos resultados podrían deberse a que, a diferencia de elecciones anteriores, esta vez el PRI compitió sin las alianzas que terminaron por alejar a sus bases más tradicionales. Aquella coalición con el PAN —su adversario histórico— se percibió como una traición ideológica que rompió con el sentido de identidad priista en el estado. Ahora, sin esas cargas, una parte del electorado que alguna vez le dio la espalda parece haber regresado.

Los números no lo colocan en la cima, pero sí lo sacan del sótano. En tiempos donde los partidos desaparecen, mutan o se diluyen en conveniencias pasajeras, la persistencia del PRI en Veracruz —aunque modesta— es un dato que obliga a no descartarlo del todo en el futuro inmediato.

El dinosaurio no solo estaba allí: ¡¡se movió!!

Apunte: Todo esto a pesar de sus nefastas dirigencias.