MERCADOS AMBULANTES, LOS ESTERTORES DE LA CORRRUPCIÓN
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Una millonaria economía subterránea.

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OPINIÓN | Revista el Tlacuilo / 2025-03-15

(Redacción).-Aunque el orden político ha cambiado radicalmente, aún quedan penosos rescoldos del pasado de corrupción y omisiones legales. Un caso que está a la vista de todos es el “derecho” que se les otorga (o ellos mismo se lo otorgan) a los líderes sindicales o de supuestas organizaciones para lucrar con las calles de las ciudades a través de los mercados ambulantes.

Los sindicatos y organizaciones cobran cuotas a los comerciantes por cada espacio que ocupan en la vía pública, dinero que en todo caso debería de ser cobrado por los Ayuntamientos que son los responsables de mantener las calles en óptimas condiciones; eso implicaría que se transparentarían de los recursos y se generara la aplicación del dinero para el bien común y no para el enriquecimiento corrupto de pseudolíderes oportunistas.

Para muestra un botón basta; en la colonia Revolución de Xalapa se establece un enorme tianguis de “nuevo y usado”; ahí, cientos de puestos se tienden por diversas calles para ofertar chacharas que la mayoría de las ocasiones no rebasan los 100 pesos cada una; también venden artículos nuevos, pero son los menos; algunos comerciantes ocasionales no llegan a establecerse en un espacio, sino que se estacionan con sus automóviles y desde ahí venden sus productos.

Pues bien, ese cacho de patria en la capital del estado lo regentea un sindicato priista apodado “Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC)”; quien de manera gandaya cobra 40 pesos a cada puesto y 80 pesos a cada automóvil, además tienen el descaro de entregar un papelito de comprobante del pago con las siglas del sindicato, aunque los comerciantes a quienes estafan no sean ni obreros, ni campesinos, ni sindicalizados.

El citado “tianguis de la Revo´” se instala sábados y domingos; a ojo de buen cubero digamos que son mil puestos ambulantes y cien automóviles; eso significaría que algún vivales se echa al bolsillo semanalmente (en un sábado y domingo) cerca de 100 mil pesos, lo que le representa que ese oportunista se lleva al bolsillo 400 mil pesos mensuales… ¡Se trata de un robo sin que ni siquiera tengan que utilizar una navaja o un cuchillo! Obviamente ese dinero está libre de impuestos, excepto el impuesto que paguen al corrupto que desde el servicio público esté permitiendo tal irregularidad.

Si esto lo multiplicamos por las decenas, cientos o miles de mercados ambulante que se establecen en Veracruz, estamos hablando de una millonada de dinero que se mueve “por debajo del agua”; una economía subterránea que son los estertores de un organigrama de corrupción que gobernó durante décadas y que recientemente ha sido menguado, pero no ha desaparecido en su totalidad.

Sirva el comentario para hacer un llamado a las autoridades (no es chiste) para que corten de una vez por todas esta vena que alimenta a pseudolíderes que viven como reyes a costillas del más fregado.

No está mal que se pague por el uso de la vía pública, el problema es a quien se le paga y la opacidad de este enorme recurso económico se está moviendo y podría ser un ingreso importante para las administraciones públicas municipales.