(Redacción).- El alcalde de Mazatecochco, Tlaxcala, Emilio González Cortés, es un ejemplo de ahorro del presupuesto, pues al organizar una convivencia con su Cabildo evitó el oneroso gasto de irse a una cantina y en su defecto convirtió el Salón de Cabildos en cantina… ¡Que genio!

En la mesa de Palacio de Gobierno municipal se ven residuos de botana, que son muy caras en la cantina y ahí se compraron a precio castigado; un pomo de tequila 1800 cristalino que en cualquier cantina cuesta arriba de mil pesos, pero en el OXXO se consigue en menos de 700 pesos. Caray, ese hombre y su Cabildo son unos mártires del ahorro.

Los alegres compadres celebraban el encendido del árbol de Navidad del municipio, por lo que seguramente andaban cortos de lana al haber gastado en cosas superfluas como esferitas y focos, y sacrificaron gastos prioritarios como irse a la cantina; lo que desató la crítica de los envidiosos que vieron como una falta de respeto que la sala de Cabildo fuera habilitada como cantinita.

En base a la anécdota tlaxcalteca, apuntamos que esa mentalidad de que la infraestructura que acompaña a los cargos públicos es propiedad de quienes los ocupan es algo recurrente y “re ocurrente”; este caso es extremo, pero vemos otros absurdos de manera cotidiana en el país, desde pintar los inmuebles con colores partidistas hasta decorar los curules, como lo hizo el diputadillo que ostentó una curul disfrazándose de lo que no era.