17 de agosto, 2024 (Redacción). - Con toda la jiribilla en contra, se empezó a difundir que el alcalde Fernando Luis Remes Garza, financiaría con recursos públicos del ayuntamiento una estatua de su persona, para colocar en Poza Rica. El alcalde, tardado pero seguro, salió a desmentir y contextualizar el rumor:

Posteó: “Recientemente, ha circulado información incorrecta sobre la supuesta construcción de un monumento en honor a mi persona, financiado con recursos del Ayuntamiento. No se ha destinado, ni se destinará, un solo peso de los recursos públicos a ningún proyecto de este tipo.

La idea de crear un paseo de la fama, es una iniciativa que busca honrar a los deportistas destacados de nuestra región.

Agradezco la intención de pensar en incluirme, sin embargo, no se alinea con los ideales que busco impulsar.

Estoy convencido de que hay que reconocer a quienes han preservado el legado de Poza Rica, como fue nuestro cronista de la ciudad, Leonardo Zaleta, de quien hoy se develará un busto en su honor.

Entendemos que el progreso de Poza Rica depende de un gobierno que se administra con responsabilidad y transparencia.

En ese sentido, la administración municipal está firmemente enfocada en mejorar la infraestructura, los servicios públicos y el bienestar de todas y todos los ciudadanos.
Estas son y seguirán siendo nuestras prioridades”.

Aclarado el punto, vamos pa´ lante; aunque dentro de ese encuadre sí cabría su escultura, porque no está usted para saberlo, pero nosotros sí para contárselo, pero Remes Garza tuvo una larga trayectoria deportiva como beisbolista con los Tigres de México, jugó 16 temporadas como profesional, logrando 12 campeonatos de fildeo y dos Guantes de Plata. Fue shortstop sumamente especial, con tal habilidad para fildear que se ganó el apodo de “El Pulpo”. Esta posición es considerada por muchos una de las más difíciles y dinámicas, debido a la ubicación en que se juega.

Sus experiencias y anécdotas vividas durante sus años de beisbolista están plasmadas en un libro de la autoría del historiador Horacio Ibarra Álvarez, de nombre “El Número Uno”.

Se aplaude entonces su modestia y su decisión de rechazar el culto a la personalidad, que solamente distrae y marea.