Haciendo un lado el contexto de que el actor Alfredo Adame ha decidido hacer sus campañas publicitarias a base del escándalo, olvidando también que es famoso y situándolo como lo que es, “una persona de la tercera edad”, la agresión que sufrió es ilustrativa de la violencia y de la imprudencia. Puesto de otra manera: ante hechos violentos es mejor ser prudentes, mucho; y no arriesgarse por capturar una imagen en video por sobre nuestra seguridad; a menos claro, que se trate de un profesional de la información, y aun así se debe guardar la sensatez.

La evaluación médica de Adame después de que fue golpeado con tubos, es que tiene tres fracturas en el cráneo y desprendimiento de la retina.

Como ya muchos saben, se ha dicho que el actor intentaba grabar la escena de un asesinato y de una mujer herida; por lo que se dijo "víctima colateral" del hecho. La versión del actor indica que ofreció verbalmente ayuda a una mujer presuntamente embarazada que estaba herida de bala. Sin embargo, un hombre que la acompañaba comenzó un pleito con él, al que ingresó una tercera persona con un objeto y lo golpeó.

Tirado en el suelo, el actor asegura haber recibido patadas en la cabeza y el cuerpo hasta que los policías, que se encontraban en el lugar detuvieron la riña y llevaron a las personas involucradas a la Fiscalía 3 de Tlalpan.

Los hechos son un llamado de alerta; vivimos, por desgracia, una sociedad violenta y es mejor no atravesarse entre las patas de los caballos, porque como diría Beto Aguilera “Juanga”: “¿Pero qué necesidad… para qué tanto problema?”, no hay que ser imprudentes nunca, pero mucho menos cuando se está en medio de la escena de un hecho violento; no nos expongamos por tratar de ser populares en redes, basta revisar la cascadas de muesrtes por accidentes al intentar tomarse una selfie “original”.