La puesta en operación del Hospital General de Perote no es un tema menor; se trata de un acto de justicia para quienes durante doce años vieron que el inmueble que estaba destinado a su atención médica, permanecía abandonado a pesar de que ya había sido inaugurado por algún gobernante con destacado manejo de la simulación y el engaño.

La inversión de 130 millones de pesos rindió, pues alcanzó para concluir el edificio y para equiparlo. El Secretario de Salud detalló que dispone de 30 camas censables y 22 no censables, consulta externa con cinco especialidades, ginecología y obstetricia, medicina interna, pediatría, cirugía, traumatología además de medicina preventiva y anesteoligía. Con urgencias las 24 horas del día y un área de choque para atender una situación de emergencia ante un paciente en condiciones graves; además de un equipamiento de alta tecnología, estudios médicos y farmacia. Es decir, se trata de algo bien hecho y con la estructura necesaria para funcionar, a diferencia de antaño en donde algunos elefantes blancos fueron entregados con el puro cascarón.

La importante obra se suma al proyecto de intervenir todas las clínicas y hospitales de nuestro territorio durante la administración actual, plan en el que se llevan hasta el momento 374 intervenciones a Centros de Salud, Hospitales; 202 de ellas han necesitado un mantenimiento mayor; así lo informó Cuitláhuac García Jiménez, Gobernador de Veracruz.
Apuntó que tan solo en el tema de Salud, su gobierno supera al doble a lo realizado por Duarte y por Yunes juntos, es decir que lo que ellos hicieron en ocho años, la actual administración lo duplicó en tres; para terminar de dejar las cosas claras el Gobernador apuntó que con el monto económico con el que su gobierno realizó estas 374 intervenciones, sus antecesores solamente hicieron 136: “¡Ahí está muy clara la corrupción que había antes!” Cerró. Y pues sí, Pitágoras nunca miente.

El ambiente durante el evento fue festivo y los asistentes no escatimaron los aplausos; si nos guiamos por lo sucedido en este acto protocolario podríamos decir que el actual gobernante va en ascenso justo en la mitad de su sexenio, momento en que sus antecesores empezaban con su declive.