Son varios los comentaristas nacionales que por encargo (se nota) han puesto el grito en el cielo porque a los partidos políticos se les entregaron casi 3 mil millones de pesos para el proceso electoral; los observaciones van aderezadas con clichés populistas como: “¿cuántas vacunas hubiéramos comprado o cuantas carreteras construido?”; pero aunque esa suma económica sí es un dineral, invertir en un proceso lo más democrático posible es mucho más barato que cualquier revuelta social, lo decimos porque las guerras y güerillas eran la manera en que se solucionaban las cosas en nuestro país antes de que existieran organismos electorales sólidos y partidos político chuecos o derechos. Ahorita debería preocuparle al Estado más la violencia que se ha manifestado en el proceso, que querer arrebatar los pesos y los centavos.

Quitarle dinero a los partidos, como ya se intentó, lo único que lograría es acrecentar la brecha entre los recursos que tienen disponibles los que están en el poder y los expulsados de paraíso; y hasta en el barrio se acostumbra que una vez ganado “el trompo” no es de caballeros patear al caído, mucho más debe respetarse ese principio en la política de altos niveles; porque ante el abuso cualquier cobarde se vuelve valiente. Así que si hay que pagar eso y más para conservar la paz social no hay problema ¡Los pago!... bueno, los pagamos todos.