Revista el Tlacuilo
OPINIÓN | Revista el Tlacuilo / 2024-10-21
21 de octubre 2024 (Revista el Tlacuilo).- Mimetizarse con el gobernarte en turno es parte de los usos y costumbres de los políticos mexicanos; así que de manera casual o intencional cada presidente ha tenido un look personal que a su vez ha sido replicado por la clase política a manera de empatía con su líder.
Podemos recordar a Luis Echeverría con sus chamarras de cuero, a López Portillo con sus “cazadoras”, Salinas, De la Madrid, Zedillo, Calderón y Peña Nieto fueron de usar trajes, Vicente Fox usó traje sin corbata y sus clásicas botas; mientras que López Obrador puso de moda las guayaberas bordadas.
La primera mujer presidenta de México tuvo el acierto de no voltear a ver a los grandes diseñadores de moda, ni a las marcas de ropa fifi que habían usado las mujeres cercanas a palacio; sino que eligió el trabajo de Claudia Vásquez Aquino, una costurera y bordadora artesanal del Istmo de Tehuantepec, licenciada en administración de empresas que decidió abandonar su trabajo en una empresa para dedicarse a su verdadera pasión, el arte del bordado.
En una foto reciente, durante una gira de la presidenta, pudimos notar que las mujeres asistentes del presídium, en su mayoría lucían bordados, lo mismo sucedió con las guayaberas de los hombres; eso alegra el alma porque significa una revaloración al sector productivo de la vestimenta tradicional, grupo social que mantiene viva las tradición de este arte ancestral tan extraordinario en México, y que tendrán un repunte económico, tanto por la circunstancia referida de la mimetización, como por la proyección internacional que están teniendo a través de la figura de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Aquí el único apunte sería que nadie cometa el barbarismo de usar ropa bordada con máquinas, menos de cualquier taller que explota a sus trabajadores; es importante que muestren la misma empatía que expresa la presidenta con nuestras artesanas y artesanos.
Así narró el periódico Excélsior y Claudia Vásquez Aquino, parte de su experiencia de ser la artesana que ha bordado ropa de la presidenta de México:
“Hasta hace poco las artesanas no teníamos voz. Parecía que nos hacían un favor al comprar nuestros textiles. Las veces que iba yo a meter mi solicitud con los gobiernos estatales y municipales para participar en alguna expoventa era rechazada completamente”, contó.
Durante muchos años fue rechazada. Hasta 2023 fue cuando aceptaron su solicitud para participar en una Feria del Zócalo de la Ciudad de México. El lugar que le asignaron no había sido el mejor, pero esta vez la suerte sí estuvo de su lado y la reivindicó. Hasta ese rincón que le tocó, llegó gente del equipo de Claudia Sheinbaum, quien en ese momento era todavía aspirante a la precandidatura.
Claudia Vásquez mostró sus piezas y poco tiempo después de la Feria del Zócalo fue citada para vender unas sudaderas bordadas. Hasta ahí, la artesana se enteró de que Sheinbaum era su clienta.
Sin siquiera imaginar el hilo de oro que la uniría con Sheinbaum, al siguiente mes de que ganó las elecciones el 2 de junio, la artesana volvió a ser contactada por el equipo de Presidencia para proponerle bordar el vestido elegido para tomar protesta.
Como la vida le ha enseñado a Claudia Vásquez a no tener miedo ante los retos, presión y hasta la adversidad, aceptó al instante.
Por paquetería, con remitente del equipo de Presidencia, recibió los cortes de tela de algodón color marfil con los que se confeccionaría el vestido. A Clau le tomó tres días concluir el bordado sobre la tela del vestido y dedicó el último día a hacer el planchado del hilo.
La artesana se mantuvo en la expectativa de si realmente su bordado es el que aparecería en cadena nacional y tuvo la certeza hasta que vio por televisión llegar a Sheinbaum a la Cámara de Diputados. En el fondo, tenía la incertidumbre de si su bordado fuese el elegido.
El 1 de octubre, mientras veía la transmisión en vivo desde su casa, Claudia, vestida de gala con un huipil, lloró de emoción al ver su trabajo representando a las artesanas zapotecas. Desde entonces, su agenda está llena hasta 2025, con decenas de personas solicitando réplicas del vestido marfil. (Apunte).- Ahí se concretó el sueño y empezó la historia para la artesana, impulsado por el gusto de la presidenta por el bordado y los textiles tradicionales y por su arraigo las raíces de nuestro país; historia a la que esperamos que se sumen muchas más artesanas indígenas de México, a quienes una vestimenta con sentido social les está cambiando la vida.