Para hacer un partido político en México ármese una Asociación Civil con unos cuantos miles de firmas, háganse una veintena de asambleas (con fotos, videos, actas notariales) y entréguese todo el paquete al INE. A vuelta de correo usted recibirá la documentación que acredita a su Asociación Civil como nuevo partido político con sus respectivas prerrogativas, que nunca bajan de 10 millones de pesos.

Si en la elección inmediata su partido pierde el registro porque no alcanzó el 3% mínimo de la votación, no se preocupe. Vuelva a armar otro partido con la receta del primer párrafo.

Esto lo comentamos porque el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) anunció la pérdida del registro de los partidos Encuentro Solidario, Fuerza por México y Redes Sociales Progresistas, luego de que en los pasados comicios del 6 de junio no alcanzaron el mínimo de la votación.

Como siempre, fueron millonadas las que se tiraron a la basura, aunque no literalmente. Buena parte de esos cientos de millones fueron a parar a los bolsillos de vividores del erario, que ya se aprestan a formar otras Asociaciones Civiles que convertirán en partidos políticos con miras a las elecciones del 2024. Y harán lo mismo en el 2027, en 2030 y así hasta el infinito.

¿Qué tienen en común los partidos de nueva creación? Que están conformado con cartuchos quemados que lo que menos les importa es ganar elecciones, sino el dinero de las prerrogativas.

Quizá alguien se pregunte si esto no es acaso un perverso círculo vicioso y claro que lo es. Pero un círculo vicioso muy redituable para unos cuantos vivales.

Aunque en este negocio no todo son vaivenes, existen casos muy exitosos como el de Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano), empresa propiedad de Dante Delgado que inició chiquitita, impulsada con las jugosas inversiones que Rafael Hernández Villalpando le inyectaba de con desvíos de las arcas del Ayuntamiento de Xalapa, pero ahora es tan exitoso que hasta gubernaturas está ganando; además de que desde su fundación nunca ha dejado de ser una redituable empresa para Dante y sus incondicionales, a costillas del dinero público, desde luego.