Redacción Revista el Tlacuilo.- Hay veterinarios que dedican su vida a los quirófanos, al cuidado de los animales y a la ciencia médica. Rob Pope, británico de Liverpool, lo ha hecho con disciplina y vocación. Pero un día, inspirado en la película Forrest Gunp, decidió que su vida no cabía únicamente en el consultorio. Calzó los tenis, se ató los cordones y se lanzó a una aventura que lo llevó mucho más lejos de lo que cualquier animal herido podría imaginar: cruzar Estados Unidos corriendo, no una, sino más de cuatro veces.

Lo suyo no fue un capricho ni un simple reto deportivo. Pope revivió, en carne y sudor, la hazaña ficticia de Forrest Gump. Durante 422 días y 24 millones de pasos, corrió más de 25 mil 106 kilómetros, el equivalente a 600 maratones. Una travesía titánica que no se explica solo con músculos y pulmones, sino con la obstinación que tienen los soñadores que no saben rendirse.

Pero su carrera no fue únicamente personal. Con cada zancada levantó conciencia y fondos para causas mayores: la paz, a través de la organización Peace Direct, y la defensa del medio ambiente, de la mano del World Wildlife Fund. Mientras el personaje de Tom Hanks dijo que corría porque “simplemente tenía ganas de correr”, Rob Pope lo hizo para recordarnos que hay metas más grandes que uno mismo.

Veterinario de urgencias, doctorado en medicina animal, Pope es también escritor, conferencista y podcaster. Su libro Becoming Forrest es el testimonio de cómo un hombre ordinario, con un trabajo común y corriente, puede transformarse en un símbolo de resistencia y filantropía.

Su historia tiene algo de parábola moderna: Rob Pope no es Forrest Gump, aunque se convirtió en él. Y quizá ese sea su mayor mérito: recordarnos que la ficción positiva, a veces, necesita que alguien la haga real.