Redacción. - Lo que alguna vez fue un emblema de belleza y orgullo para la capital veracruzana, hoy se hunde en la desidia municipal. Los Lagos de Las Ánimas, parte del antiguo paisaje hidrológico de la hacienda cafetalera adquirida en 1919 por Don Justo Fernández, se han convertido en un símbolo de abandono. De aquella postal de los años setenta, cuando el fraccionamiento Las Ánimas nacía con sus espejos de agua artificiales, apenas queda el recuerdo.

El deterioro es evidente: el olor nauseabundo alcanza incluso la Capilla de Las Ánimas, construida en 1950, patrimonio arquitectónico que hoy convive con el hedor del agua. Durante décadas, este espacio fue refugio de biodiversidad y recreación; hoy es un sitio que los vecinos prefieren evitar.

El responsable inmediato tiene nombre: el Ayuntamiento de Xalapa. Bajo la gestión del alcalde Avatar, Alberto Islas, se limitan a mandar cuadrillas para cortar plantas que crecen desmedidamente gracias a la materia fecal que inunda el lago. Pero de acciones reales para sanear, dragar y rescatar el cuerpo de agua, nada. La estrategia oficial se resume a ocultar la podredumbre bajo la hojarasca.

La omisión no es solo negligencia, sino una burla a la ciudadanía que exige espacios dignos. El Ayuntamiento prefiere el maquillaje de cuadrillas a la inversión seria en saneamiento. Si el gobierno local no puede, urge que la Procuraduría del Medio Ambiente actúe y sancione la indiferencia municipal.

Porque dejar morir a los Lagos de Las Ánimas no es un simple descuido: es una condena a la memoria y al patrimonio de Xalapa.