Redacción.- La tensión entre el arte contemporáneo y la administración de Donald Trump volvió a encenderse tras la decisión de la National Portrait Gallery del Smithsonian de no exhibir la obra “Trans Forming Liberty” de la artista Amy Sherald, reconocida mundialmente por su retrato oficial de Michelle Obama.

La pintura, que reinterpreta a la Estatua de la Libertad representada por una mujer trans afroamericana, formaba parte de la muestra itinerante de Sherald. Sin embargo, el museo decidió sustituirla por un video que incluyera reacciones y posturas contrarias a los derechos de las personas transgénero. Ante esta propuesta, Sherald acusó censura y canceló su participación, trasladando la exposición al Whitney Museum, en Nueva York, donde ahora integra la retrospectiva “American Sublime”, una colección de 50 de sus obras organizada originalmente por el San Francisco Museum of Modern Art.

El caso ha sido visto como un ejemplo de las presiones políticas sobre instituciones culturales en Estados Unidos, particularmente desde que la administración Trump ha cuestionado exposiciones que considera portadoras de una “ideología antiestadounidense”. En entrevistas con The New Yorker, Sherald señaló que su decisión busca defender la libertad artística frente a los intentos de limitar la representación de comunidades históricamente marginadas.

Con esta polémica, la “nueva Estatua de la Libertad” no solo se erige como un símbolo de identidad y resistencia, sino también como un recordatorio del poder del arte para desafiar los discursos de exclusión y abrir espacios de debate en una sociedad profundamente dividida.