Si el año anterior los panteones estuvieron ahora sí que más solos y más tristes que un panteón debido a la pandemia, este año las cosas cambiaron y literal, volvieron a la vida. Miles de personas atiborraron este fin de semana los cementerios de todo el estado (y por supuesto de la República) para limpiar tumbas y llevar flores y comida a sus muertos.

“El panteón vuelve a tener vida y eso me da mucha alegría” dijo un sepulturero xalapeño lo cual es cierto a pesar de la enorme paradoja.

Y para fortuna de los dolientes, los vendedores de flores se portaron a la altura ya que las vendieron al mismo precio que el año anterior (año en que casi no tuvieron ventas) lo cual fue un aliviane para para todos, porque hubo más ventas y tendrán más ganancias.

Como antaño, también regresaron los mariachis, los tríos y hasta los huapangueros a entonar las canciones que más le gustaban a los difuntos al pie de sus tumbas y aquello se convirtió, también literal, en una fiesta. De acuerdo con un reportero, la canción más solicitada fue Amor eterno del nunca bien llorado Juan Gabriel, pero también fueron solicitadas canciones de José Alfredo y del gran Flaco de Oro Agustín Lara.

También volvieron a los hogares los tradicionales altares con su profusión de flores, tamales, dulces, bebidas y la foto de los familiares que se nos adelantaron.

Da gusto ver que una de nuestras tradiciones más arraigadas haya “resucitado” después de un año de feroz pandemia.