El Partido de la Revolución Democrática (PRD), que fue fundado el 5 de mayo de 1989 por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y la maestra Ifigenia Martínez, nació como la opción que buscaban todas las izquierdas del país y llegó tumbando caña.

Pronto se hizo de alcaldías, diputaciones, senadurías y hasta de una que otra gubernatura, pero también pronto se desdibujó y se corrompió. Un mal endémico de las izquierdas en este país es que nunca se han puesto de acuerdo, tan es así que el PRD que casi desde su fundación se vio colmado de tribus, todas de izquierda, pero de pensamientos diametralmente opuestos entre sí.

Esto ocasionó que el partido se fragmentara y con el paso del tiempo varios izquierdistas de renombre abandonaran sus filas, entre ellos sus fundadores y personajes como Andrés Manuel López Obrador.

Y como decimos líneas arriba el PRD también se corrompió. En el caso de Veracruz subsistió gracias al apoyo económico que le brindaron Patricio Chirinos, Miguel Alemán y Fidel Herrera, principalmente. Cuando el PRD se coaligó con el PAN es porque ya había mandado al diablo sus principios políticos.

Hoy semeja a un indigente que sobrevive de las limosnas de los demás, pero quiere renovarse y transformarse.

El líder del partido en Veracruz, Sergio Cadena Martínez, anunció que el PRD inició un proceso de transformación que podría incluir cambio de colores, siglas y hasta cambio de nombre buscando su consolidación como un instituto fuerte y vigoroso. Ora pues.

Una pregunta ¿también cambiarán de dirigentes? Porque de seguir con los mismos el partido será la misma burra… nomás que revolcada.