Los más de 20 partidos ganados por el Tri en la era del Tata Martino, valieron gorro después de los últimos tres en que la Selección jugó del nabo. El espantoso 0-0 con la selección de Honduras en que los tricolores no dispararon ni una vez a gol en el segundo tiempo, dio al traste con la luna de miel entre los medios de comunicación y el seleccionador nacional. Le han dado con todo al Tata.

Pero el problema no es el técnico, ni los jugadores. La mediocridad del futbol mexicano tiene que ver con nuestros genes y nuestra idiosincrasia porque no sabemos jugar en equipo. Esto dicho sea con todo respeto y sin que ninguno de nuestros lectores (aficionados que viven la intensidad del futbol) se vaya a ofender, pero es la verdad; somos pésimos para jugar en conjunto.

México ha estado en casi todos los mundiales y nunca hemos llegado al quinto partido, ese es nuestro karma. Desde que asistimos a la primera Copa del Mundo en Uruguay en 1930 hemos sido un fracaso y no es posible que en 90 años, es decir, en tres generaciones, ninguna de ellas haya visto a los tricolores jugar ese ansiado quinto partido.

Cada cuatro años es lo mismo. Los jugadores salen con mucha ilusión a partírsela con quien les pongan enfrente y al cuarto encuentro ahí vienen para atrás con el rabo entre las piernas. El karma no falla, llega puntual.

El Tata Martino está batallando porque no tiene un delantero de la talla de Raúl Jiménez (que sigue convaleciente y no volverá a ser el mismo después de que le fracturaron la cabeza). Y está entre si vuelve a convocar al Chicharito Hernández (que está viendo pasar sus mejores años) o al recién naturalizado Rogelio Funes Mori.

Quizá llame a los dos pero el numerito de cada cuatro años se volverá a repetir porque, reiteramos, los mexicanos no saben jugar en conjunto. Aunque cuando lo hacen son campeones, como sucedió en 2012 en Wembley durante las Olimpiadas de Londres que le ganaron 2-1 a Brasil y con Neymar en la alineación de la verde amarela.

Si México aprende lo que es el futbol asociación, en Qatar jugará no sólo su quinto partido, sino que lo veremos disputando los primeros sitios. De lo contrario regresará como siempre, con más pena que gloria. Y a volver a empezar como cada cuatro años, desde hace noventa.

De cualquier manera, suerte al Tri.