¡Que nos disculpe pero que nos perdone la magistrada presidenta! Porque aun cuando tenga la razón no la tiene.

La señora Sofía Martínez Huerta clama que se cometió un acto ilegal con ella al destituirla, siendo que ella misma no dejó de cometer irregularidades desde que, De chiripazo, llegó a ocupar uno de los cuatro cargos coyunturales para la gobernabilidad del estado.

El hecho de que la magistrada presidenta otorgó un poder tras el trono a uno de sus hijos, y que puso a la nuera cerca del “billete” y del poder administrativo serían motivos suficientes para que le perdieran el respeto; pero aún sobre de eso están los agravantes de haber llegado al abordaje del Tribunal, y sin mediar acuerdo alguno con los tres poderes utilizó la nómina del Tribunal Superior de Justicia como suya propia, para darle chamba a casi toda su gente; no logró colocar a todos sus allegados solamente porque la frenaron a tiempo que si no ya estarían ahí.

Ahora que fue expulsada de manera humillante, trata de escudarse; pero lo único que está logrando es hundirse más en su pantano personal; su defensa en los micrófonos de López Doriga fue para enmarcarla y ponerla de ejemplo de lo que no se debe de decir al aire.

Su error inició desde la tribuna que eligió para su defensa, pues don Joaquín está mermado, su voz no le gusta al presidente de la república, y en México que se ha acentuado el presidencialismo eso es definitivo; así que desde Palacio Nacional lo único que le responderán a doña Chofis ante su llamado es un contundente: “número equivocado”.

Cada Twitter que subió el comunicador en torno a la entrevista de la señora Martínez Huerta parecía que llevaba la intención de destruirla y no de ayudarla; pero eso, eso es otra historia. De la entrevista aquella solamente resaltaríamos la frase de la señora ex presidenta aseverando: “no me voy a dejar”; lo mismo dijo Jorge Winckler y no logró recuperar el cargo, por el contrario, hasta orden de aprehensión le giraron.