En enero iniciará la cuenta regresiva para alcaldes y diputados; será el último de sus cuatro años de gloria para los presidentes municipales y de su trienio de leche y miel para los legisladores tanto locales como los federales.

En el caso de las presidencias municipales ha sido en su gran mayoría un cuatrienio fatal, plagado de personajes sin oficio administrativo y político, que van a dejar muy poco construido pero sus destrozos son monumentales. Tan solo en la región del centro, la capital Xalapa ha sufrido al pésimo presidente Hipólito Rodríguez Herrero, mientras que el de Emiliano Zapata, Jorge Alberto Mier Acolt, es como la gallinácea, ni huele ni hiede.
Al munícipe de Coatepec se le nota que lo que realmente deseaba ser era “reina de la primavera” y no alcalde, Enrique Fernández Peredo les resultó a los coatepecanos “el Rey Midas al revés”; porque mientras que Midas y todo lo que tocaba lo convertía en oro, éste todo lo que toca lo hace lodo biológico.

A final de cuentas el único que se salva de la zona conurbada es Juan Manuel Rivera González, alcalde de Banderilla, que ha tenido algunos raspones pero también importantes aciertos.

Bueno tan ineptos resultaron ser estos cuatro fantásticos, que ni siquiera se pudieron poner de acuerdo para “bajar” de la federación el Fondo Metropolitano; seguramente porque a Hipólito le dio flojera tener más dinero para regresarle al altiplano.