En alguna ocasión, uno de los integrantes de los jovenazos que encumbraron en el Congreso al PAN hace años y que le hicieron la vida de cuadritos a Fidel Herrera Beltrán, nos platicaba un pasaje de su vida que parecería sacado de un cuento de ciencia ficción.

Comentaba que durante el sexenio de Patricio Chirinos, cuando aquel joven panista empezó a destacar por su visión de partido y a mostrar liderazgo al interior; fue convocado a una reunión a las oficinas del entonces Secretario de Gobierno, a la cual asistió.

Fue recibido en una de las salas de juntas y la plática se tornó amena; ya en confianza le preguntó el entonces Secretario que si no le intrigaba porque lo recibía ahí y no en su oficina; el joven que hasta ese momento despachaba leche detrás de una tienda de la familia le dijo que sí le pareció raro; la respuesta fue digna de una narcoserie: “porque esta sala es totalmente a prueba de ruidos, del interior no sale nada”. Después en un movimiento rápido el personaje pegó con el codo al plafón de madera y se abrió un compartimiento secreto con armas cortas y pistolas de uso oficial, mientras agregaba “y porque aquí tengo esto para mi seguridad personal, uno nunca sabe con quién se reúne”; en su ingenuidad aquel chamaco no lo consideró una amenaza, solamente salió maravillado por tanto poder que existe en esa oficina a la que un día soñó llegar.

Ignoramos si la narración fue real o es que en ese momento nuestro interlocutor trataba de probar nuestra capacidad de asombro y nuestra credulidad; quizás todo fue ficción, pues de lo contrario no entenderíamos por qué años después entregó al Partido Acción Nacional en sus manos… ¡Que cosas no!