¡Ya se veía venir! Chafarín perdió el juicio, pero no el de su chaveta; nos referimos al que emprendieron los magistrados para no ser retirados de su cargo.

Marco Antonio Lezama Moo y Roberto Dorantes Romero ganaron en los tribunales y deben ser reinstalados aunque el Congreso busque aún otras instancias legales para tratar de cumplir su caprichito de tumbar a los demandantes.

Hasta el momento a los presidentes de la Legislatura les han rebotado todos los recursos interpuestos para tratar de anular los amparos de los magistrados.

El asunto es sencillo de entender, del lado inconforme están dos tiburones colmilludos que a base de conocimiento legal han apaleado a los aprendices imberbes del Congreso; es natural que los magistrados se hayan devorado a los presidentes.