Es una “ley de Murphy” que cuándo un “merelicronista” deportivo se expresa bien de un jugador durante una trasmisión, el mencionado deportista hace una regada tamaño jumbo; lo mismo sucede en ocasiones con los servidores públicos, que cuando se nos ocurre hablar bien de ellos nos salen con alguna sorpresa oculta que nos deja mal parados; esperemos que este no sea el caso.

La abogada Diana Estela Aróstegui Carballo, quien a partir de hoy se hará cargo de la titularidad de la Secretaría del Trabajo, es una mujer con amplia experiencia en el servicio público; además su preparación académica la respalda.

Arósmendi posee dos licenciaturas, una en Derecho y otra en Contaduría; además de una maestría en Ciencias Penales.
Hasta antes de incorporarse al Gobierno Estatal como consejera jurídica de Derechos Ciudadanos de la oficina del Gobernador, la nueva Secretaria del Trabajo había realizado su carrera dentro del Poder Judicial y el ámbito académico.

Tras la bochornosa salida de la anterior titular Guadalupe Argüelles; Diana Estela estuvo fungiendo cómo encargada de despacho, pero a partir de hoy ya pasó a mejor vida… es decir a la vida de ser Secretaria, con todas las canonjías que eso significa ¡se le desea éxito!

TITULAR, SIN DISTRACCIONES
Hasta donde se sabe Diana Arósmendi no tiene grupo político, forma parte de quienes dentro del actual Gobierno tienen vínculo directo con el Gobernador Cuitláhuac García Jiménez; tampoco se le conoce ninguna aspiración política.

No quiere ser diputada, ni alcaldesa y mucho menos desea tomar el control de Morena Veracruz; temas que fueron los que cavaron la tumba de su antecesora.

De su paso por el Poder Judicial conservó la disciplina jurídica que aplicó puntualmente cómo Consejera; su perfil, despojado de incursiones dentro de la política seguramente enderezará los caminos chuecos que le heredaron.

Todo se perfila para que Arósmendi haga un papel destacado dentro de la Secretaría del Trabajo; su nombramiento formal después de un breve periodo de prueba también abre esperanzas de que se empiecen a clausurar los compromisos políticos y se abra una nueva etapa, con personajes que se dediquen a trabajar no a quemarle incienso a su egolatría; los tales narcisistas no son todos, pero sí son demasiados y ya no caben.