Condenamos el cobarde asesinato de la periodista de Papantla, María Elena Ferral. Llamarle cobarde al hecho no es buscar la frase trillada, se trata de un calificativo que debe conservar su peso semántico; son cobardes quienes atentan contra un periodista. En este caso el hecho de que sea una mujer acentúa lo repudiable de la acción.

Los periodistas no cuentan ni han contado nunca con seguridad personal (salvo uno que otro faramalloso en los tiempos del duartismo); cualquiera es vulnerable, así que nada demuestran los malandros asesinando comunicadores, lo único que dejan en evidencia es su mala entraña.

La periodista ya había denunciado las amenazas de muerte, pero ni la Fiscalía, ni la mentada Ceaap, ni la Comisión absurda del Congreso hicieron nada para resguardarla.

Hay de omisiones a omisiones, las que causan la muerte de un ser humano deberían de ser altamente penalizadas.

IMPACTA AL GREMIO PERIODISTICO
Los mensajes en los grupos de whats de periodistas versaban ayer en torno a la emergencia del COVID19, como siempre la pluralidad de opiniones forman discusiones acaloradas, que la mayoría de veces concluyen con camaradería.

Lamentablemente el tema cambio de manera radical, al informarse del atentado contra la periodista María Elena Ferral; alguien incluso subió de inmediato una nota dándola por fallecida, no era así, ella aún luchaba por su vida en un hospital de Poza Rica; fue su propio hermano quién lo aclaró en uno de los grupos.

La tensión entre el gremio se prolongó durante toda la tarde, hasta que un poco antes de las nueve de la noche se dio a conocer que había fallecido. Es inevitable en estos momentos recordar las palabras de Luther King: “¡Estoy cansado de asistir a funerales…!”

(Imagen/Marcha)