Jaime Téllez, el Secretario incomodo
Jaime Téllez, el Secretario incomodo
2017-12-11
Seguridad, en la imaginaria
Las intenciones eran buenas y las palabras confiables. El compromiso de erradicar la violencia no sonaba como un discurso hueco; lo estaba diciendo un experto en Seguridad Pública. Era la campaña de quién fuera un estricto Secretario de Gobierno de Veracruz. Lo decía quien estuvo, desde la trinchera de la subdirección de Prevención y Participación Ciudadana, al lado de Felipe Calderón en su “guerra contra el crimen organizado”.
El votante confió en quien se comprometió a acabar con la inseguridad imperante en Veracruz en solamente seis meses. Es decir, en tiempo record, antes de lo que dura un embarazo.
Sucedería, que en el transcurso de un semestre de cualquier facultad, en ese breve tiempo íbamos a tener un estado en que las mujeres estarían sin miedo a un abuso sexual o a un feminicidio, los empresarios vivirían sin la zozobra de un secuestro, las ejecuciones cesarían y no habría ya delincuentes.
Ver en el discurso a aquel hombre seguro de sí, con su mirada azul semejante a la de Kaliman decir: “¡Yo me encargo!”, dio certeza a muchos, que generó votos en su favor.

Seguridad, en la realidad
La imagen idílica de aquella esperanza se fracturó cuando fue nombrado en el coyuntural cargo de la Secretaría de Seguridad Pública, un novato director de Tránsito Municipal. El mismo director que fue grabado peleándose con una familia de turistas por un automóvil viejo mal estacionado, a la voz de: “No quiero entrarte a madrazos chamaco” impuso orden en aquel entonces. Es el mismo que ocupó un cargo de medio pelo dentro de Seguridad Publica del sexenio de don Miguel Alemán, y nunca ganó la confianza para que le confiaron algo de mediana importancia.

Ya lo pasado, no pasado
Seguridad Publica en Veracruz funcionó bien mientras estuvo en manos de militares, de hecho fue una promesa de campaña nombrar en el mando a alguien emanado de las filas del ejército. Era el camino lógico después de lo catastrófico que fue la policía en las manos de un civil. El ego del pasado secretario era tanto que se hacía llamar “El Capitán Tormenta”.
El recuerdo del paso de Bermúdez por la policía es infausto. Para citar algunos hechos vergonzosos está la fiesta con strippers que les organizó a las mujeres policía durante un festival de día de las Madres, y sí, fueron madres… policías las asistentes.
De las anécdotas más infaustas están su salida del Congreso en helicóptero durante una comparecencia “con rumbo a defender al mundo”. Recordamos la otra ocasión en que sitió el Congreso a tal grado que ni el presidente de la Junta de Coordinación política pudo ingresar al edificio. Para ese blindaje del inmueble de la calle Encanto, Bermúdez argumentó que había sido amenazado; (seguramente por alguna potencia mundial) sin embargo al otro día andaba expuesto en medio de un operativo contra unos manifestantes.
Se dice que Zurita acostumbraba entrar encapuchado a los operativos, porque le gustaba la violencia, disfrutaba de golpear con sus propias manos a los “trasgresores”; eso se dice, nunca fuimos testigos, solamente escuchamos las historias que corrían de boca en boca.
Sin embargo, a pesar de los desaciertos Bermúdez fue intocable durante todo el sexenio, bajo el único mérito de ser amigo del entonces gobernador. Recordamos a un Javier Duarte defendiendo a Arturo Bermúdez a tal grado que aseguraba que “primero se iría él, antes que su encargado de la policía” ¡craso error!

La misma gata, nomás que revolcada
Con estilo distinto, pero el actual civil, encargado de la Seguridad de los veracruzanos trae peores números de los que traía Bermúdez (parecía imposible). Se puede argumentar desde el poder, que las cifras anteriores están maquilladas, pero lo que no se puede maquillar es la percepción social, la sociedad veracruzana vive cotidianamente con miedo, con más miedo del de hace un año, o dos. Sin embargo nuevamente el Secretario de Seguridad parece inamovible, a pesar de sus malos resultados.
El día de ayer, durante el apoteótico Informe del alcalde de Boca del Río; Jaime Téllez colapsó, se desvaneció, sufrió un desmayo que muchos interpretaron como un pre infarto (es decir un infarto chiquito); El colapso de salud pudiera situarlo en la puerta de salida de su encargo. Algunos mal pensados acusan que esa fue la intención del desmayo, empezar a darle una salida digna; lo dudo, no lo hubieran hecho durante el Informe de Yunes Márquez. Téllez le echó a perder la fiesta con su “vaguido”, que distrajo los reflectores del evento. En lugar de que los comentarios fueran en torno al evento político, todos chismearon del desmayo del Secretario.

Con el puntal fracturado
Es evidente que debería haber un cambio en el área de Seguridad Pública.
Los chismosos de café dicen que desde hace ya varios meses Téllez Marié quiere dejar el cargo pero que no le aceptan la renuncia.
Por otro lado son varios los diputados locales que han pedido ya su renuncia. La sociedad en su conjunto desaprueba su trabajo. Es evidente que su desempeño ha ocasionado las peores críticas al gobierno tanto locales, nacionales y hasta mundiales ¿por qué entonces sostenerlo?

El clamor social no puede ser porque el tema esté politizado, la gente tiene miedo. No se le ha podido garantizar la seguridad de su patrimonio ni de su vida. Ojalá no se cometa el mismo error que sucedió con Bermúdez, de sostener lo insostenible.
Para colmo de males en el tema de Bermúdez, hemos visto -a toro pasado- que resultó desleal a su protector; defecto que –esperemos- no tenga el recién infartado, ya sería el colmo.


 
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