Alma de jarocho
Alma de jarocho
2017-01-16


Mal y de mala

Todo, o casi todo va lento en Veracruz. En el gobierno estatal los que se fueron siguen siendo muy mentados y los que llegaron aún no encuentran el rumbo.

En los gobiernos municipales las Partidas se las siguen partiendo. Y en el ámbito federal alguien hizo mole con la gallina de los huevos de oro.
Será el sereno, pero en Veracruz no se activa aún la economía, por el contrario, cada día se acentúa más, es frecuente el cierre de comercios y empresas, mientras que muchos otros viven una crisis como la que no la habían tenido nunca. Los despidos a trabajadores del gobierno estatal han sumido a muchas familias en la ignominia y las deudas añejas no han sido pagadas. Lo dicho, vamos lentos. Sabemos que se argumentará que aún no se cumplen ni dos meses de gestión, pero para la crisis económica que muchos veracruzanos viven, ese lapso de tiempo es una eternidad.

Para abajo no suelen mirar

Las agendas de los distintos gobiernos no van acorde con la de los empresarios y empleados que esperan salir del hoyo en que estamos metidos. Tal vez lo que menos importa en este momento es si la crisis es por culpa de Peña, de Duarte o de Porfirio Díaz, de quién sea, pero el caso no es ponerle etiqueta a la tragedia, sino encontrar soluciones sacadas de estrategias y sensibilidad social.

Botón de muestra

El fin de semana pasado, acudimos a desayunar a un restaurante de carretera llamado San Carlos, rumbo a Veracruz; el lugar es extraordinario y la comida vale mucho la pena, sin embargo da tristeza observar que los dueños del lugar están haciendo malabares por sobrevivir. Ya despidieron cerca de quince empleados y prescinden de cosas tan básicas como echar a andar el refrigerador de los refrescos y cervezas mientras no lleguen comensales, eso es para ahorrar consumo de luz. De ese tamaño es la crisis que viven los empresarios veracruzanos; una crisis que no se arregla con discursos, sino con acciones -e insistimos- con sensibilidad social.

Repartiendo culpas

Es claro que la crisis inicia desde la federación, que la aseveración de que nuestra economía no estaba “petrolizada” era solamente una mentira más, de esas que nos han recetado a través de la historia. La caída del crudo (y no nos referimos al tropezón que tuvo Patricio Chirinos en el Obelisco del Puerto) nos tiene económicamente contra las cuerdas; al menos eso manifiesta el gobierno de Peña Nieto cuando niega tener los recursos necesarios para rescatar a Veracruz.

El déficit millonario que tiene cada mes el presupuesto estatal, que ya se ha hecho público, es un barril sin fondo. Al parecer el gobierno federal, que recauda los impuestos de Veracruz y nos regresa una mínima parte, nos aplica la estrategia económica de “la Bartola”; nos manda dos pesos y con eso debemos de pagar “la renta el teléfono y la luz”.

Enrique Peña Nieto vive uno de los momentos de menor popularidad después del alza de las gasolinas y después de haberle hecho la autopsia a la gallina de los huevos de oro para poder declararla muerta. Mal momento para que tenga que confrontarse con Donald Trump, quien está a escasamente una semana de llegar al gobierno de los Estados Unidos y ha mostrado un acentuado rechazo contra México y su economía, pésimas noticias para nuestro país.

¡Se ve borrascoso!

El panorama para la economía de Veracruz tampoco es muy alentador, pues fuera de volver a recaudar el impuesto al hospedaje, no se vislumbran otras estrategias para activar nuestra mermada economía, que permitan que el gobierno pague las deudas e inicie a reconstruir el estado.
Urge que los temas persecutorios pasen a un segundo plano y queden en manos de mandos menores, al igual que los temas electorales. Eso permitiría que la cúpula gobernante pueda dedicarse a los temas urgentes, que son los económicos y los de seguridad. Los de Salud, se dijo que ya están resueltos con el dinero recuperado.

Hoy andamos metidos en la canción que nos describe como la raza jarocha de bronce que sufre, que llora y que espera. Que gime llena de amarguras aunque nació valiente para poder sufrir toda su desventura.
A quienes gobiernan corresponderá pasarnos al otro Veracruz de Lara, al rinconcito donde hacen su nido las olas del mar, al del diluvio de estrellas, al que exalta nuestra alma rumbera… Por cierto, ya urge que suceda.


 
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