Nos cuenta la historia que la madrugada del 16 de septiembre de 1810 el párroco del pueblo de Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla, tocó las campanas de la iglesia más temprano que de costumbre, a las 5 de la madrugada. Media hora después los pobladores se congregaron en el atrio de la iglesia donde Hidalgo les dijo que era hora de emanciparse del yugo español y lanzó su proclama:

"¡Viva la América!, ¡viva Fernando VII!, ¡viva la religión y mueran los gachupines!" "Viva la religión católica!, ¡viva la patria y reine por siempre en este continente americano nuestra sagrada patrona la santísima Virgen de Guadalupe!, ¡muera el mal gobierno!".

Nunca dijo vamos a coger gachupines ¿eh?

La primera ceremonia del Grito como tal se celebró en un edificio conocido como El Chapitel, en Huichapan, Hidalgo, el 16 de septiembre de 1812 y fue presidida por el general Ignacio López Rayón.

En 1825 fue la primera ocasión en que el 16 de septiembre tomó forma de fiesta nacional. Las autoridades de la Ciudad de México pidieron a los ciudadanos arreglar sus casas, ventanas y balcones con cortinas, flámulas y gallardetes. En ese entonces el Presidente de la República era Guadalupe Victoria.

Después del Grito, que se dio en la madrugada, se efectuó un desfile y por la noche hubo fuegos artificiales tanto en el zócalo como en la Alameda.

Cuando don Porfirio Díaz subió al poder, el Grito cambió de día y hora ya que en lugar de efectuarse la madrugada del 16, se efectuó la noche del 15 para que empatara con el cumpleaños del presidente que nació el 15 de septiembre de 1830.

Y de entonces para acá se festeja ese día.

Con todas las broncas y problemas que tiene nuestro país, ¡viva la independencia, vivan los héroes que nos dieron patria y mueran los malos gobiernos! Aunque esto último es difícil que suceda.