Antes de 1985 septiembre era el mes de las patrióticas pachangas, de gritar a todo pulmón ¡Viva México! y de echarnos unos buenos tragos de tequila. Pero a partir de las 7:19 horas del día 19 de aquel mes las cosas cambiaron radicalmente. Un sismo de 8.1 grados de magnitud, que azotó en el DF nos cambió la vida.

A partir de entonces se implementaron los simulacros, se crearon cuerpos de rescate, cada año se guarda un minuto de silencio por los fallecidos y listo. Pensamos que jamás volvería a temblar así en septiembre y menos un día 19, hasta que llegó el 2017 y volvió a suceder.

¿Coincidencia? Vaya usted a saber, amable lector. Pero no se tiene memoria de que un terremoto repita el mismo día, aunque sea con 32 años de diferencia.

Desde entonces andamos sacados de onda cada vez que llega septiembre porque, invariablemente se mueve la tierra bajo nuestros pies.

Este martes a las 20:47 nos volvimos a sacudir con un sismo de 7.1 grados que tuvo su epicentro en el bello puerto de Acapulco, pero que se sintió en Oaxaca, Puebla, Hidalgo, Estado de México, la Ciudad de México que se bamboleó muy feo y Veracruz.

Hasta el momento el reporte es de una persona fallecida en Acapulco y daños materiales en ese puerto; algunos derrumbes menores en Ciudad de México y otros estados. De ahí en fuera sólo sustos y sofocones.

Caray con septiembre, es el mes de la patria pero también el de los temblores.