De una delegación de 163 atletas que México envió a los Juegos Olímpicos de Tokio, los chavos han conseguido una magra cosecha de tres medallas de bronce y varias aproximaciones que los han dejado en cuarto lugar. Cuarto lugar en clavados, en tiro con arco (donde se consiguieron dos de las medallas de bronce) en nado sincronizado y mejor ni para qué seguirle.

Es decir, volvimos al ya merito.

Esto no es culpa de los chavos que han hecho su esfuerzo (y vaya que sí) pero lo han hecho solos. La titular de la CONADE, Ana Gabriela Guevara, les regateó y pichicateó todo; lo mismo hicieron los gobiernos estatales y los jóvenes partieron rumbo a Japón sin más apoyo que la bendición de Dios.

En un alarde de soberbia, Ana prometió al Presidente López Obrador traer al menos 10 medallas (una nimiedad para la cantidad de atletas que concurrieron), pero cuando faltan dos días para que terminen los Juegos esa promesa se ve punto menos que imposible.
¿Qué sigue?

Lo que dice el librito es que Ana se tiene que ir, pero primero le sacan sangre a una piedra antes que la despidan, con lo que la mujer irá a los próximos Juegos Centroamericanos y del Caribe a hacer lo que ha hecho como funcionaria: el ridículo.

Con personajes como ella al frente del deporte, para lo único que ganan los jóvenes deportistas mexicanos es para vergüenzas… puras vergüenzas.