De los cabos sueltos que han dejado nuestros flamantes legisladores, “sin querer queriendo”, está una “fianza” que cobra Telcel a quienes tienen contratado el servicio de telefonía móvil por plan; ignoramos si el costo lo hagan bajo la regla de “según el sapo es la pedrada” o se trata de una cuota fija de doscientos pesos anuales aplicados a cada cliente, dinero que multiplicado por los más de 75 millones de usuarios que tiene la empresa en México se convierte en el robo del siglo.

La dichosa fianza no tiene justificación alguna, es más ni tan siquiera es fianza porque jamás se regresa el dinero; en todo caso es un impuesto de la corrupción que se lo embolsa la compañía año con año sin que nadie los moleste, y es que en donde existe tanto dinero seguramente alcanza para “salpicar” aquí y allá para poder seguir sirviéndose con la cuchara grande.