Redacción Revista el Tlacuilo.- Los diputados locales de Morena y sus partidos afines atraviesan horas de tensión política. Con la reciente aplicación de criterios internos que descartaron al llamado “nepotismo político” —una práctica que, aunque aún no está formalmente vetada en la ley, sí operó en las pasadas elecciones municipales en Veracruz— con esto, muchos legisladores comenzaron a ver comprometidas sus aspiraciones de continuidad.

En el proceso municipal reciente, la dirigencia dejó fuera candidaturas de familiares directos y perfiles cercanos a figuras ya posicionadas, desplazando a quienes buscaban repetir o mantenerse en el juego electoral a través de sus cercanos. Si ese mismo esquema se replica ahora a nivel legislativo y se ejerce por adelantado la “no reelección”, los actuales diputados locales deberán despedirse de cualquier posibilidad de eternizarse en el cargo.

El mensaje interno parece claro: la reelección no será un derecho automático, sino un espacio que deberá pasar ya a la historia para dar paso al llamado “relevo generacional”, una estrategia que busca abrir paso a nuevos cuadros y consolidar estructuras políticas más afines a los nuevos liderazgos políticos.

Con este escenario, Morena y sus aliados se preparan para una renovación que podría dejar fuera del legislativo a los actuales diputados. Para los legisladores en funciones, el futuro inmediato se define en una sola frase: no habrá reelección, y la gran mayoría _si no es que todos_ tendrán que ceder su lugar, quieran o no. Como dijo un clásico: “Los que ya bailaron que se sienten y los que no han bailado que se metan a la pista”. “¡Laaaastima Margaritoooo! Gracias por participar”.