(Redacción).- En la fonda “Antojitos Rinconada”, negocio ubicado en la colonia Revolución de Xalapa, Veracruz, parecía un día normal de venta, pero se suscitó un problema imprevisto con algunos comensales, al parecer integrantes de una familia.

Un hombre y cuatro mujeres tuvieron alguna inconformidad con el servicio y reclamaron de manera grosera al personal, los inconformes se hicieron de palabras con tres empleadas que preparaban más antojitos frente a ollas de aceite caliente.

El hombre fue el primero en reclamar a la salida del local, después de un intercambio de palabras colectivo comenzaron a retirarse, no sin que antes el individuo tomara fotos con su móvil a manera de intimidación; pero lo que ignoraban es que ellos estaban siendo grabados por la cámara de seguridad del lugar.

Dos mujeres continúan con los reclamos. Entre las personas que ya se habían retirado se encontraba una mujer que a la salida cargaba a un bebe. pero regresa ya sin el niño para volcar, de manera cobarde, una de las cacerolas de aceite hirviendo sobre las empleadas, resultando una de ellas con graves quemadoras que requirieron hospitalización; después, como si los atacantes estuvieran acostumbrados a este tipo de situaciones huyeron del lugar, primero corriendo y después a bordo de un taxi.

Se dice que la fiscalía ya investiga el caso y que emprendió la búsqueda contra la agresora; quien, de acuerdo al código penal de lesiones, la violenta mujer tendría que ser castigada sin posibilidad de fianza con la pena de prisión de 6 a 12 años, pues este caso se enmarca dentro de lesiones graves, por dejar secuelas de por vida y con deformidad permanente, además de consecuencias psicológicas comprobables. La pena podría agravarse si se le finca a la mujer responsabilidad de homicidio en grado de tentativa.

Los afectados piden la ayuda de los ciudadanos para localizar a la agresora, cuestión que no será imposible pues su rostro quedó claramente grabado en el video del local.

Apunte: Como sociedad debemos reflexionar en que no vale la pena echar a perder nuestra vida por creerse el o la “todas las puedo” y no ser capaces de controlar un enojo.